Dos miradas

Generosidad

Empiezan a oírse las voces de un nacionalismo que mira al centro, que no renuncia a la independencia, pero que se niega a jugar a la ruleta rusa

Carles Campuzano y Marta Pascal

Carles Campuzano y Marta Pascal / JOAN MATEU PARRA

Emma Riverola

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Marta Pascal, Carles Campuzano Empiezan a oírse las voces de un nacionalismo que mira al centro, que no renuncia a la independencia, pero que se niega a jugar a la ruleta rusa. Aún son pocos y comedidos, saben que solo se impondrán si los resultados electorales acaban de hundir los restos del naufragio. Necesitan la materialización del fracaso de la vía Puigdemont. Son pocos los que hablan, pero son muchos los que anhelan la serenidad. Sin duda, el mundo empresarial y económico, también aquellos que defienden proyectos sociales y culturales que han quedados encallados por la marea histérica y estéril del ‘procés’. ¿Alguien más? Cualquier político responsable. Los que entienden el juego político desde la lógica confrontación, pero no desde el ataque visceral. Los que ponen el foco en las políticas sociales y el autogobierno. Los que se desgañitaron advirtiendo que íbamos directo al abismo.

Contra los cuentos de hadas, la realidad no puede combatir. La poética se inflama y la prosa se calla. Son muchos los interesados en retornar a la política de ideas y proyectos. Si la serenidad se impone, también será gracias a la generosidad de aquellos que fueron humillados por un nacionalismo que emprendió un viaje a Ítaca sin botes salvavidas. En pro de la convivencia sería bueno que las voces que ahora llaman a la moderación reconozcan la lealtad democrática de aquellos que ponen el bien común por encima del rencor.