Al contrataque
Añorado Pepe Rubianes
En el 2006 aún no existía el vomitódromo virtual, así que fueron a esperarle a la salida del teatro
Najat El Hachmi
Escritora
Najat El Hachmi
Sin haberlo conocido en persona, sin haberlo visto actuar nunca en el teatro, añoro a Pepe Rubianes como se añora a alguien casi de la familia. Solo lo vi en televisión pero echo en falta su humor irreverente, destripado, la capacidad insólita de cachondearse de temas serios sin ofender porque para empezar se cachondeaba de sí mismo. Había algo universal en su forma de arrancar carcajadas torrenciales hablando de miseria, de pobreza, de injusticia, de opresión o de los tópicos vinculados a su Galicia natal o a la Catalunya en la que vivió la mayor parte de su vida. Tan irreverente que se atrevía a ser crítico con el culto al dinero o incluso con la sagrada religión del fútbol. ¿Qué fue del poderoso instrumento de reírnos de cualquier cosa? ¿No hemos perdido, en los últimos años, también esta herramienta de resistencia? No sé si esta es una impresión particular mía, pero tengo la sensación de que cada vez nos reímos menos, que nos tomamos demasiado en serio a nosotros mismos y olvidamos que el humor fue siempre el último recurso de quienes no tenían otra cosa para hacer frente al poder.
No, creo que tenemos muy pocos Rubianes en a la actualidad. Puede que porque la amenaza de mordaza hace su efecto, la réplica feroz de quienes se sienten ofendidos puede llevarnos fácilmente a los tribunales por una broma. <strong>En el libro que ha compilado la hermana del actor con distintos e inéditos textos, 'A mí no me callan',</strong> cuenta vivencias que lo marcaron y, entre otras, la campaña de acoso al que fue sometido en 2006 por lo que dijo en el programa 'El Club' de TV-3. Recordaba la polémica pero no el nivel de fanatismo ciego de quienes quisieron destruirlo porque había hablado mal de la sagrada unidad de España. Lo llevaron a juicio amparándose, para mayor cinismo, en el artículo del Código Penal que tipifica los delitos de odio.
Resulta sorprendente leer el texto de la Fundación para la Defensa de la Unidad de España contra el actor firmada por su presidente de entonces, ni más ni menos que Santiago Abascal. Todo esto antes de Twitter, mucho antes de que empezáramos a hablar de noticias falsas. Lo cual no quiere decir que no existieran, que no se orquestaran auténticas campañas de manipulación mediática para condicionar la opinión pública. A falta de vomitódromo virtual donde derramar su bilis, quienes le odiaban le esperaron a las puertas del teatro donde estrenaba una obra sobre Lorca. Le retiraron la condición de español a lo que él contestó “yo que hablo tres de sus lenguas, ¿cómo no voy a ser español?” Por eso no nos tendría que sorprender la actual situación: lo que tenemos es lo que ya había solo que ahora se muestra tal cual, incluso de modo más desacomplejado. Lo que nos falta, claro, es el antídoto de un practicante de la libertad como Pepe Rubianes.
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