Al contrataque

El dinosaurio ocupa

Me da un poco de rubor citar el microrrelato de Monterroso, porque es un recurso tan manoseado que ya ha perdido encanto, pero no se me ocurre nada mejor para describir el paisaje a tres semanas de las generales

GENTE  DIALOGOS

GENTE DIALOGOS / periodico

Carles Francino

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"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.  Me da un poco de rubor citar el microrrelato de Monterroso, porque es un recurso tan manoseado que ya ha perdido encanto y  capacidad de sorpresa; pero no se me ocurre nada mejor para describir el paisaje que tenemos a solo tres semanas de las elecciones generales. Catalunya continúa dividida en dos mitades prácticamente iguales, con ligera ventaja para los partidarios de la independencia. No voy a entrar en los detalles, ni en las tripas de las encuestas, ni en la sopa de siglas con sus expectativas electorales, pero nadie puede soslayar la pregunta obvia: ¿qué carajo hacemos?

Yo me resisto a admitir que los próximos años vayan a ser como un combate de boxeo entre dos púgiles fondones que se agarran para no doblar la rodilla mientras se arrean golpes, sabedores de que no podrán tumbar al adversario; aunque me temo que avanzamos en esa dirección. También sé que los destrozos y las heridas provocadas por el 'procés' no admiten remedios milagrosos ni instantáneos; y que con políticos en la cárcel o huidos al extranjero y con un juicio en marcha, todo resulta infinitamente más complicado. Pero también me niego a aceptar la parálisis como actitud. Y dado que a nuestros insignes representantes políticos –a unos más que a otros- se les ve bastante cómodos en el bucle, me atrevo a sugerir que cada uno en nuestro ámbito vital arrimemos el hombro para intentar que el dinosaurio no se convierta en ocupa.

¿Cómo podríamos conseguirlo? No lo sé muy bien, pero igual podríamos empezar por hacer menos caso a los hiperventilados, a los que insultan –“traidor”, “nazi”, “fascista”, “supremacista"...- , a los mentirosos –“en TV-3 llamaron puta a Inés Arrimadas”- a los graciosillos  -“'prisis pilítics'”-, a los partidarios del “'caixa o faixa'” –o facha-, y a los teóricos depositarios de las esencias patrias; sea cual sea la patria. Con esto ya ganaríamos mucho. Y es tarea de todos intentarlo porque lo que no resulta de recibo es rendir el espacio público a los más gritones, lleven lazos amarillos o no. La vida no es un programa de debate de La Sexta. Ni un partido de fútbol. Pero como en el fútbol, además de una buena defensa hay que disponer de un ataque solvente.

Se puede hacer piña por la vía de la negación, pero también a través de las propuestas. Y el libro 'Diálogos', una pequeña joya de edición que ha caído en mis manos es un buen ejemplo de eso. Resume  las conversaciones alrededor de una mesa –con comida, claro, porque fue una idea de los restauradores de Madrid y Barcelona- entre periodistas, políticos y gente de otro pelaje: del cine, de la televisión, del teatro, del humor, de los fogones… Léanlo, y regálenlo si pueden. El filete de dinosaurio tiene buen sabor.

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