Ventana de socorro

Las manos ocupadas

Buscar la llave de casa para una mujer no es lo mismo que para un hombre

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Ángeles González-Sinde

Ángeles González-Sinde

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Buscar la llave de casa para una mujer no es lo mismo que para un hombre. Ellos echan mano del bolsillo del pantalón o de la chaqueta y... voilà! Nosotras a menudo tenemos que dejar en el suelo las bolsas de súper, la mochila del enano, la correspondencia y rebuscar en ese pozo sin fondo que todo lo traga que es nuestro absurdo bolso contemporáneo.

Pensaba en lo bien que transmite esta sensación Rodrigo Muñoz Avia en su libro 'La casa de los pintores', la memoria familiar de dos artistas, sus padres: Lucio Muñoz y Amalia Avia. Cuenta cómo ella detestaba hacer la compra, pese a (o precisamente por) hacerla todos los días, sin escapatoria. El problema de la comida familiar es pensar el puñetero menú, luego comprar los malditos ingredientes y por fin cocinarlo. Una empresa que se construye para ser inmediatamente liquidada sin dejar huella. El padre, por su parte, como la inmensa mayoría de padres de esa generación y aún de la actual, estaba eximido de obligaciones y podía quedarse en casa y dedicarse por entero a pintar, leer, reflexionar, hacer llamadas o lo que considerara necesario para su actividad creadora. “Siempre tengo que volver a casa con las manos ocupadas- se quejaba Amalia Avia -no conozco la sensación de abrir la puerta sin llevar bolsas de comida”.

Mientras el objetivo de Lucio Muñoz era entrar al estudio cada mañana con la mente limpia y actitud distendida dejando fuera cuantos más pensamientos mejor, incluso a uno mismo si fuera posible, para encontrarse vacío y libre ante la obra, el objetivo de la mujer artista era ingeniárselas para escapar de la pesada domesticidad algunas horas al día y simplemente pintar. Cuando por fin lograba entrar a su estudio no se detenía en filosofar sobre el cuadro que tuviera en proceso, sino en echar una cuenta más tangible: cuántas horas o cuántos días más necesitaría para terminarlo. Se ponía a ello. Esas restas y sumas entre sus dos misiones, administrar la familia y administrar su talento, son las que hacen de 'La casa de los pintores' un retrato con el que tantas mujeres, artistas o no, nos podemos identificar.