Los que pueden permitírselo

zentauroepp46414001 enero 2019  suplemento m s personas enero  tema sobre los ce190403192435

zentauroepp46414001 enero 2019 suplemento m s personas enero tema sobre los ce190403192435 / periodico

Lucía Etxebarria

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Se dice que las guerras las cuentan quienes las ganan y que por eso nuestra visión de la historia está distorsionada. También nuestra visión de la historia del arte, de la ciencia, de la literatura, de la música está distorsionada. Porque esas historias las han escrito los hombres y por eso las mujeres han sido sistemáticamente borradas de ellas. Lo que he notado también recientemente es que a los pobres se les borra de la historia y solo leemos historias sobre ricos, y por eso nuestra perspectiva sobre ciertos momentos de la vida está equivocada.

Sobre la adolescencia, por ejemplo.

En diarios de la competencia leo artículos sobre adolescentes. Todos escritos por mujeres. Todas psicólogas. Todas utilizan como ejemplo a sus hijos o a los hijos de sus amigas. Una recomienda que para acercarte a tu hijo adolescente compartas momentos con él. Ella ha acompañado a su hijo a un concierto. Busco en internet cuánto cuestan las entradas para ver a ese grupo: 80 euros. Otra dice que los adolescentes son por naturaleza despistados y lo atribuye a no sé qué cuestión psicobiológica que yo, perdone, no he estudiado en psicobiología ni en psicología fisiológica. La tercera dice que todos los adolescentes son respondones y da pautas para tratar con ellos.

Y yo pienso que las guerras las cuentan quienes las ganan, la historia la han contado los hombres, y a los adolescentes los definen estas señoras burguesas que supongo que cobran 80 euros por hora de consulta y no tienen que ver, precisamente, a los adolescentes que conozco yo.

En un artículo a propósito de la necesidad del 8 de marzo hablé de Leila, la chica que iba al instituto de mi hija, que un día no volvió más. Su familia le había buscado un marido y, el mismo día que cumplió los 16, la casaron. Mía sale de clase corriendo todos los días porque ella tiene que hacer la comida para sus dos hermanos y luego repasar con ellos los deberes, darles de cenar y bañarles. Su madre llega de trabajar a las nueve. Del padre no sé nada. En cuanto a Noemí, la madre se fue un día. Noemí y su hermana Ramona estuvieron solas durante cuatro meses. Comían gracias a un dinero que les pasaba su tía. Pero no pagaron el alquiler porque ni siquiera sabían que había que hacerlo. Cuando llegó la orden de desahucio se fueron a casa del novio de Ramona, porque sabían que si servicios sociales las pillaba allí, acabarían en una casa de acogida.

"A los adolescentes los definen esas
señoras burguesas que cobran 80
euros la consulta y no tienen que ver
con los adolescentes que yo conozco"

No hablo de un barrio que conste como de exclusión social o desfavorecido. Mi hija asiste a un instituto en el centro de Madrid. En un barrio inmigrante, es cierto. Esas niñas friegan, lavan, planchan, cuidan de sus hermanos pequeños, viven solas. Leo entonces el artículo en el diario de la competencia que describe al adolescente como a esa persona que "no escucha, se pasa el tiempo enganchado al móvil, tiene cara de aburrimiento profundo en actividades familiares y, lo que es peor, valora más las opiniones de sus colegas que lo que dicen sus padres". Y sigue: "En definitiva, la adolescencia es una época de desafíos para los padres y para el cerebro de los jóvenes. Aprenden a decir no y a crear su propia identidad, que les ayudará a moverse por el mundo. Esto no es es fácil de entender para muchos adultos…".

Y sospecho que quizá esa señora conoce muy poco de este barrio de padres ausentes y madres de jornadas inacabables, de niñas convertidas en madres de sus hermanos, de matrimonios concertados, de desahucios, de servicios sociales, de pobreza. Quizá no sabe que 12 millones de personas en este país están en riesgo de pobreza y exclusión social, pero que la desigualdad se ceba más en mujeres, jóvenes y niños. Quizá no sabe que casi uno de cada tres niños menores de 16 años está en riesgo de pobreza y exclusión social. Que una de cada dos personas que viven en hogares monoparentales está en riesgo de pobreza o exclusión.

Pero que la gran mayoría de esos hogares no son monoparentales, sino monomarentales: el 83% están en manos de una mujer. Una mujer que un día se harta y se va, como la madre de Noemí. Y que los servicios sociales ni siquiera se enteran porque no dan abasto. Y que quizá la mujer que firmó eso no debería ser tan categórica y debería dejar de escribir "los adolescentes esto"y "los adolescentes lo otro" para explicar que en realidad son ciertos adolescentes, los que pueden permitírselo, los que se comportan así.