EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA

Avenida de la Mierda

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Juan Carlos Ortega

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Periódicamente la gente se enfada por los nombres que tienen algunas calles. Es inevitable. Se cambian esos nombres y otras personas se molestan porque les gustaba el que tenían. Y así, con estas disputas tontas, van pasando los años hasta que todos nos muramos de viejos.

Se han propuesto muchas soluciones para evitar estos conflictos, como poner números en vez de nombres propios, o bautizar las calles solo con palabras que a todo el mundo entusiasmen, como Avenida de la Felicidad y cosas así.

Antipáticas y repulsivas

Yo, desde aquí, con toda humildad, sugiero otro arreglo al conflicto. Ni nombres propios, ni números, ni conceptos maravillosos. La solución sería usar palabras profundamente antipáticas y repulsivas. Plaza del Vómito. Avenida de la Muerte Súbita. Paseo de la Defecación.

Ya sé que, en un principio, esta propuesta causaría rechazo. Podría pensarse que a nadie le hará ilusión vivir en la calle Diarrea número 27, pero, si lo piensan detenidamente, la cosa resultaría bastante cómica. Dos personas se conocen, se enamoran y cuando se preguntan la dirección, responden: "Vivo en la Plaza de la Patada en la boca número 30, primer piso, ¿y tú?", "Yo en Calle del Asco Profundo a Todas las Cosas número 16".

Rambla del Corazón Podrido

Este intercambio de direcciones, por contraste al romanticismo del momento, generaría una situación entretenida. Por no hablar de las sedes oficiales. Generalitat de Catalunya, Plaza Pesados de los Cojones 11. Palacio de la Moncloa, Avenida Estupidez sin número.

Yo, de verdad, no veo más que ventajas. Con el tiempo, a nadie le importaría vivir en la Ronda de La Maldad en Sí Misma, porque todos sabrían que la gente a la que odia vive, por ejemplo, en la Rambla del Corazón Podrido. Y así, unos por otros, acabarían aceptando sus direcciones con una alegría estupenda.

Querido lector, juegue usted a buscar nombres de vías urbanas. Dedique la mañana a ello. Travesía del Guantazo con la Mano Abierta, por ejemplo. ¿No cree que eso nos alegraría la vida? ¿No nos provocaría, al menos, unos momentos divertidos?

Nuestra vida está llena de ratos anodinos que podríamos llenar mirando el callejero y sonriendo un poquito. Glorieta de la Depresión Chunguísima. Paseo de los Gilipollas. Bulevar de la Ausencia de Asideros Vitales a los que Agarrarse.

Pero no me imagino a Manuela Carmena, a Ada Colau ni a ninguna otra autoridad municipal proponiendo estas cosas. Están todos demasiado ocupados en aparentar ser buenísimas personas.