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Cuando tú no estés

Messi lanza la falta que supuso el 4-3 al Villarreal.

Messi lanza la falta que supuso el 4-3 al Villarreal. / periodico

Mónica Marchante

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La jornada entre semana deja varias reflexiones sobre Barcelona y Real Madrid. La primera pasa por el partido de Villarreal, donde quedó demostrado una vez más algo que ya sabíamos y que Ernesto Valverde había reconocido en la víspera “nunca hay un escenario idóneo para rotar a un jugador como Leo”.

Decidió el técnico del Barça que el lugar elegido fuese el estadio de La Cerámica. El resultado fue que sin Messi (ni Piqué) el Barcelona perdía el encuentro hasta el minuto 90, aunque 29 minutos antes ya había entrado al campo el diez. Había dejado escapar una ventaja de 0-2 lograda en los 16 primeros minutos, encajando nada más y nada menos que cuatro goles. Enfrente tenía a un desmoralizado pero nunca hundido Villarreal, mermado con hasta siete bajas y coqueteando con el descenso. Aún en esa situación fue capaz de levantarse, generar ocasiones a la contra y aprovechar un gran pase en profundidad del recuperado Santi Cazorla.

El partido fue uno de los más bonitos del campeonato, pero la lectura 'culé' debería ir más allá de que los de Valverde salvaron los muebles in extremis gracias a Leo y al gol de Luis Suárez en el tiempo añadido.

¿Cuántas veces nos hemos preguntado, viendo un partido del Barça, qué pasará cuando no esté Messi? La inevitable pregunta no va a tener respuesta a corto plazo, afortunadamente para el fútbol. Llevamos años sintiendo que el Barça juega con red hasta cuando no está Leo. Cuando está en el banquillo, porque todos saben, compañeros, aficionados y periodistas, que llegado el momento, y si hace falta, entrará al campo y habrá que cambiar el final de la crónica. Y las pocas veces que no ha estado en la convocatoria, el partido ha pasado a ser de categoría 1 para el equipo, sabedor que el 10 no estará para evitar eventuales naufragios. Pasó este año contra el Real Madrid y Suárez se marcó un 'hat trick' que mandó a Lopetegui al paro.Y ha pasado otras veces, cierto. Tanto, como que las ausencias esporádicas del diez, psicológicamente son muy manejables para un grupo que sabe que Messi se ausenta poco.

Otra cosa son las ausencias por acción y omisión. El socavón que la marcha de Cristiano Ronaldo ha dejado en el Real Madrid se ha llevado ya por delante a dos entrenadores, y puede acabar hasta con el 'efecto Zidane'. Sí, el entrenador-Champions que devolvió la sonrisa al madridismo tampoco consigue llenar el hueco del portugués ni encontrar quien marque los goles con los que el CR7 maquilló una y otra vez las carencias de un equipo construido por Florentino y destruido por él mismo.

Según avanza el calvario de liga en el que se ha convertido el camino del Real Madrid esta temporada, no se acierta a comprender, cómo pudo pensar, quien quiera que diseñe la estrategia deportiva del club, que sin Cristiano ni sustituto alguno podría este equipo mantener el nivel de competitividad anterior. Se podrá decir que el batacazo ha sido histórico, tempranero y sonrojante, pero nunca inesperado o impensable. El indiscutible ego de Ronaldo solo tapa su indiscutible valía ante otro ego mayor que el suyo.