Integrismo "animalista"

El último atropello de Ada Colau

Al proponer el fin del Zoo de Barcelona, la alcaldesa despide su mandato con un último atropello contra los barceloneses, pero sobre todo contra la causa de la preservación animal

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Joaquim Coll

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El 26 de abril, a menos de un mes de las elecciones municipales, la alcaldesa propondrá en el último pleno de la legislatura que se vote nada menos que la destrucción del Zoo de Barcelona. Sí, han leído bien, destrucción, porque Ada Colau ha comprado los argumentos de una plataforma ciudadana que pretende a la práctica clausurar el histórico recinto, reduciéndolo a un espacio para solo <strong>11 especies reproducibles</strong> frente a las<strong> 300 actuales</strong>. Esa barbaridad se justifica desde un pretendido 'animalismo', una posición ética que cuestiona nuestra relación de dominio sobre la fauna. Aún compartiendo esa nueva actitud, nada justifica la ignorancia sobre el papel científicoconservacionista y pedagógico que desempeñan los zoológicos, que ya no son aquellas tétricas "casas de las fieras" de antaño. Sorprende la falta de reacción de la sociedad barcelonesa ante un disparate contra el que ya han alzado su voz las organizaciones que agrupan a los zoos y acuarios a ámbito europeo y mundial, que han dirigido cartas al ayuntamiento cuestionando las credenciales de los que propugnan esa brutal reconversión. A la protesta también se ha sumado la <strong>Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza</strong>, que tanto ha hecho a favor de la biodiversidad desde 1948.

El integrismo animalista esconde que los zoológicos realizan una tarea de preservación de especies amenazadas o que el 30% de los animales que nacen en el recinto del parque de la Ciutadella luego <strong>son liberados</strong>. Pero en el equipo de Colau no hablan de cierre ni destrucción, claro está, sino de crear el primer zoo "animalista" del siglo XXI, con solo unas pocas especies autóctonas que podrían procrear, lo cual condena al resto a la extinción. Los animalistas postulan una falsa alternativa a los zoológicos urbanos, los "santuarios" en medio de África, lo cual es tan bonito como inviable en muchos casos. La alcaldesa despide su mandato con un último atropello contra los barceloneses (y los trabajadores del Zoo), pero sobre todo contra la causa de la preservación animal. Parece que tendrá el apoyo de los separatistas con los que se disputa el voto del postureo purista.