TV-3, la televisión sin comillas

Colocar comillas no solo sirve para atribuir las palabras a un personaje, sino también para connotar los términos controvertidos

Sede principal de TV3

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José A. Sorolla

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La decisión de la Junta Electoral Central (JEC) de prohibir  a TV-3 y Catalunya Ràdio el uso de los términos "presos políticos" o "Gobierno en el exilio" ha levantado un gran revuelo, justificado porque se trata de un hecho inhabitual.

Pero el problema no es la Junta Electoral, el problema es que TV-3 y Catalunya Ràdio –y otros medios, pero no públicos, acaso concertados— hace tiempo que dejaron de utilizar las comillas. En el periodismo, cuando merecía tal nombre o cuando ahora lo sigue mereciendo, existe una convención: separar la información de la opinión y utilizar el lenguaje periodístico con el rigor de la neutralidad semántica.

Para ello, una de las técnicas es colocar comillas en los textos escritos no solo para atribuir las palabras a un personaje, sino para connotar los términos controvertidos, que no reúnen un consenso general. Y hay otros muchos, pero las expresiones "presos políticos" o "Gobierno en el exilio" son ejemplos perfectos de lo que se entiende por conceptos que suscitan controversia, y no solo por razones ideológicas, sino por motivos de simple rigor terminológico o lingüístico. En la prensa escrita, para señalar que alguna palabra o expresión es discutible y no tiene el consenso requerido se usan las comillas mientras que en los medios audiovisuales existen otras técnicas para lograr el mismo objetivo.

TV-3 y otros medios públicos, sin embargo, han perdido las comillas en el lenguaje puramente informativo, en los textos que leen los presentadores de los Telenotícies y de otros programas supuestamente de entretenimiento, pero dedicados a otras misiones menos divertidas. La separación entre información y opinión queda así anulada muchas veces. Y ese es el problema porque si se trata claramente de espacios de opinión, no es de recibo restricción alguna, siempre que se respeten las formas y las opiniones de los demás, aunque ganen siempre 4-1 o 5-1, que este, el de la proporción, es otro tema y daría para otro artículo.

Por eso, los tertulianos de TV-3 pueden seguir hablando de "presos políticos" o de "presidente en el exilio" sin problemas, aunque ningún organismo –ni la Amnistía Internacional tantas veces manipulada— considere "presos políticos" (o su equivalente "presos de conciencia") a los dirigentes independentistas juzgados en el Tribunal Supremo, y haya que tener mucha imaginación para creer que el expresident Carles Puigdemont y los expresidentconsellers.

Naturalmente que fuera de Catalunya se producen o se han producido situaciones similares en algunas televisiones y radios públicas, pero eso no es ninguna excusa. Quienes lo justifican con comparaciones odiosas olvidan que los medios de comunicación públicos deben cumplir con los criterios de neutralidad y apartidismo en su ámbito, al margen de que otros lo hagan o no. Cuando se argumenta que el partidismo de TV-3 compensa el partidismo en sentido contrario de las televisiones españolas se está pervirtiendo la misión que los medios públicos tienen encomendada.

Puede parecer que la JEC se ha excedido en su decisión, pero lo grave es que tenga que ser la Junta Electoral la que tenga que recordar estas cosas