Geometría variable

Las pensiones y la campaña electoral

Está claro que el sistema de pensiones tendrá que reformarse, pero convertir esa realidad en un punto de refriega entre partidos no ayudará a resolver el problema

Concentración de pensionistas.

Concentración de pensionistas. / periodico

Joan Tapia

Joan Tapia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El nuevo líder del PP no tiene suerte en su lista electoral por Madrid. Su número dos, Adolfo Suárez Yllana, cuya elección parecía un gesto al centro (es hijo de Adolfo Suárez, el presidente de las primeras elecciones democráticas y fundador de la UCD), metió la pata de entrada al teorizar sobre el aborto de recién nacidos en la época del Neandertal y compararlo con lo que hoy pasa en Nueva York. Tuvo que ser inmediatamente corregido.

Ahora la polémica la ha generado el gurú económico y número cuatro de la candidatura por Madrid, Daniel Lacalle, que declaró al diario 'El Economista' que no había que discutir cuánto tienen que subir las pensiones sino cuánto deberían bajar, si un 20%, un 30%, o un 40%. Lacalle es un brillante economista ultraliberal, hijo de un intelectual comunista y nieto de un teniente general que fue ministro del Aire con Franco. Se da la circunstancia de que su padre estuvo en la cárcel por rojo mientras su abuelo era ministro.

Aunque Lacalle se ha apresurado a decir que sus declaraciones no se referían a España, que propone discutir el modelo sueco de pensiones y que solo la rebaja de impuestos generará un crecimiento que permitirá pagar pensiones dignas, sus palabras han generado bastante inquietud.

Un desafío social y económico

Cada vez hay más ciudadanos españoles en edad de jubilación que dependen de la Seguridad Social. Por eso se articuló el pacto de Toledo, que ahora no ha podido ser renovado, para sacar el asunto de las pensiones del debate electoral. Es evidente que el sistema actual de pensiones (los que trabajan pagan con sus cotizaciones las pensiones de los jubilados) plantea un fuerte desafío social y económico a las sociedades occidentales en las que cada vez vivimos más años y en las que los nuevos jubilados cobran más que los que dejan de recibir la pensión por fallecimiento.

Pero hasta ahora había en España tres consensos mínimos y el Gobierno de Zapatero ya procedió a una reforma que fue pactada con los sindicatos. Una, hay un problema económico que obliga a reformar el sistema. Dos, la reforma únicamente puede hacerse a través de una negociación seria y por tanto alejada de las polémicas electorales. Tres, después de la marcha atrás del último Gobierno de Rajoy –que lo eliminó unos años– convenía garantizar dentro de lo posible que las pensiones se revaloricen en función del IPC. 

Es extraño que el PP replantee el tema –y además sembrando confusión– en plena campaña electoral. Está claro que el sistema de pensiones tendrá que reformarse, pero convertir esa realidad en un punto de refriega entre partidos no ayudará a resolver el problema. Quizá todo se deba a que Lacalle es un financiero de éxito, pero carece de toda experiencia política.

Sea como sea el PP se ha equivocado planteando una polémica en la que –con esas posiciones– no tiene nada que ganar. Y recordar que Zapatero tuvo que congelar un año las pensiones (salvo las mínimas) no va a ayudar a Pablo Casado en cuyas listas parece predominar (Suárez, Lacalle) una inexperiencia que roza con la irresponsabilidad.