ANÁLISIS

Anatomía de un tiro libre

Messi levanta el balon sobre la barrera perica para anotart el primer gol

Messi levanta el balon sobre la barrera perica para anotart el primer gol / periodico

Jordi Puntí

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Solo hay dos porteros en el mundo que le hayan parado dos penaltis a Leo Messi, y uno de ellos es Diego López, que el sábado defendía la portería del Espanyol (el otro es Rubén, cuando jugaba en el Deportivo de La Coruña). Por otra parte, el argentino es un especialista en marcarle goles de falta al Español. En el partido de la primera vuelta en Cornellà (0-4), Messi le endosó a Diego López dos goles de tiro libre, uno por la derecha y otro por la izquierda. No sería extraño, pues, que el sábado, en el minuto 70 -cuando el árbitro pitó una falta al borde del área-, los blanquiazules casi desearan que fuera dentro y penalti, y el Barça prefiriera tiro libre directo. El mundo al revés. Al final el VAR echó un vistazo y la falta se quedó fuera del área.

Era, además, un tiro centrado y muy cercano, casi un penalti con barrera. Messi colocó el balón con la misma calma de siempre. Ningún gesto le delataba. En la barrera, siete jugadores del Español y tres más cerca, cubriendo a los delanteros blaugrana que estaban al acecho de un rebote, un despeje. Detrás de la barrera, molestando con su presencia, Piqué, Busquets y Rakitic. Esta es la escenografía quieta, pero entonces Messi fue a chutar el balón, activó la jugada, y lo que ocurrió -como dicen los anuncios de internet- no te lo vas a creer.

La gran mayoría de especialistas en lanzar faltas tienen un registro, dos como máximo: a la derecha o a la izquierda, más o menos colocada, de punta o con efecto. Los jugadores más altos de la barrera saltan y el portero vuela, y a veces entra y otras, no. En el caso de Messi, hay que añadir más registros y una dosis de invención sofisticada, que nace de la invención pero también del atrevimiento para ampliar eso que llamamos futbol. Así, hasta el sábado, las faltas que chutaba Messi abrazaban como mínimo cuatro variantes, con todas sus combinaciones posibles: derecha, izquierda, arriba, abajo, pero también la sorpresa de chutar por debajo de la barrera y, más recientemente, el chut ladeado que Piqué desvió con la cabeza para sorpresa del portero.

Prever lo imprevisible

Veo de nuevo el vídeo del partido. Cuando Messi acaricia el balón, los jugadores rivales saben que aquello puede acabar en gol, e intentan prever lo imprevisible. Nervios. En el centro de la barrera, los más altos no saltan, por si acaso. Cuando Messi toma impulso y su bota izquierda se acerca al balón, Víctor Sánchez da unos pasos hacia atrás para cubrir el palo más lejano al portero. Es un alfil en retirada, dispuesto a saltar. Entonces Messi hace aquello. Su tiro libre es más libre que nunca. Chuta flojo y con mucho efecto. Si fuera un penalti, diríamos que es a lo Panenka.

En realidad, es un centro por encima de la barrera, muy alto y suave, y que coge a todo el mundo a contrapié. Solo Busquets parecía saber que era el privilegiado que iba a rematar ese falso centro, falsa falta, y salta para tocarla, pero no lo suficiente. Presa del pánico, Víctor Sánchez está allí y mete la cabeza. Ay. Es gol en propia puerta, pero que no se sienta culpable: en realidad el gol ya estaba allí tres segundos antes, predestinado por ese toque inaudito de Messi. Un partido más, ha reinventado el fútbol.

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