IDEAS

Ni urbanos ni rurales

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Jordi Puntí

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Este miércoles, Club Editor celebró 60 años de presencia en las librerías con una fiesta en la Reial Acadèmia de les Bones Lletres. En una larga mesa se alineaban todos los títulos publicados por la editorial, desde que la puso en marcha Joan Sales hasta la etapa actual de consolidación, que dirige su nieta, Maria Bohigas. Ese mosaico de libros, impresionante, describía muy bien los recovecos de un sello que ha tenido varias vidas, que en el mundo editorial en catalán es como decir varias formas de heroísmo. Desde la supervivencia combativa de los inicios -cuando editar a Mercè Rodoreda o 'Els germans Karamazov', de Dostoievski, era un deporte de riesgo-, hasta el descubrimiento reciente de nuevas voces, de Marc Cerdó a Eva Baltasar, al final lo que destila es un catálogo de una coherencia sostenida en el tiempo.

En el catálogo de Club Editor, que celebra 60 años de presencia en las librerías, quien manda es la calidad

En un extremo de la mesa estaban los tres volúmenes de 'Tots els contes', de Víctor Català, reeditados hace poco, y que son un ejemplo de esa voluntad de leer la tradición y actualizarla, poniéndola en contacto con otros autores de Club Editor. Tal y como reclama Blancallum Vidal en el posfacio del segundo volumen, hoy, casi un siglo después, los cuentos de Víctor Català también hablan del presente y permiten una lectura política, feminista, de denuncia de la violencia de género -una mirada crítica, vamos-. Aparte del festival léxico y la aventura narrativa que proponen los cuentos, quien quiera conocer esta militancia de la palabra hará bien en leer el Pórtico que la autora escribió para 'Caires vius' (1907). En él saca todo su carácter para cuestionar el debate estético que se establecía entonces, motivado desde un Noucentisme incipiente, que quería superar el ruralismo con, dice ella, “la amenaza formal” del “ciudadanismo... el portavoz del espíritu poderoso y multiforme de la urbe”.

Es un debate que décadas más tarde hemos visto repetido -con la distinción entre el Monzó urbano y el Moncada rural, por ejemplo-, y al final lo que prevalece es el espíritu conciliador ya la vez encendido de Víctor Català. Ni rural ni urbano, oigan, o todo a la vez pero quien manda es la calidad. Como el catálogo de Club Editor.