Candidaturas del independentismo

En el túnel del tiempo

¿Por qué motivo insisten en la lista unitaria, una fórmula ya ensayada que no suma un solo voto más sino que, al contrario, los centrifuga?

Ilustración de Trino

Ilustración de Trino / periodico

Sergi Sol

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Cuando Antonio Baños, tras las elecciones del 27 de septiembre del 2015, sentenció que el plebiscito se había perdido, tal vez el astuto 'president' Mas debería haber presentado la dimisión esa misma noche. En vez de eso, se enzarzó en una agotadora pugna con la CUP para lograr su investidura, esa que se llevó por delante al mismísimo Baños.

Mas aguantó ese pulso hasta el filo de la navaja, hasta la extenuación. La CUP vivió su particular vía crucis y cató en carne propia los llamados ‘pressings’, habitualmente a ERC: esa suerte de campañas del mundo nacionalista para forzar acatar los designios de esa tradicional hegemonía que ha ido mutando de nombre pero que sigue ahí, pese a acumular un enorme desgaste. Ya se sabe que quien tuvo, retuvo.

Mas ya había sumido al independentismo en una enorme tensión, cuando condicionó la convocatoria de elecciones, con el apoyo de Jordi Sànchez (hoy cabeza de cartel en las elecciones españolas), a dos premisas. La primera, que ERC renunciara a presentarse a las elecciones. La segunda, que en cualquier caso él fuera el 'president'. El hoy 'president' Torra (entonces en Òmnium Cultural) se llevó un varapalo esos días, cuando intentó (visto que se trataba de un plebiscito) una lista cívica, sin partidos, que aceptaban ERC y la CUP. La aristocracia del nacionalismo interpreta al colectivo como una suerte de familia, en la que CDC es el linaje troncal, el primogénito; ERC el ‘cabaler’, o sea el hermano sin herencia; y la CUP, los hijos rebeldes del primogénito. El resto, pues es otro mundo. Recuerden aquello de ‘CiU + ERC = Catalunya’, cuando exigían a ERC que invistiera al sucesor de Pujol y no a Pasqual Maragall.

Presión a Junqueras

Las encuestas repetían que la lista de Mas no iba a dar el resultado que auguraban sus impulsores que, según pronosticaban, iba a barrer. Lo decían con una convicción casi profética. Junqueras fue objeto de una sostenida campaña de desgaste, de las que dejan huella. No sería la última. Y eso pese a que gracias a la apuesta de ERC, el independentismo aguantó el tirón el 21-D del 2017, al lograr mejorar los resultados en las regiones metropolitanas.

Pese a todo, cuando se consumó Junts pel Sí, ahí por el verano del 2015, todo el mundo dio lo mejor de sí. Y también se demostró cómo concebía el mundo convergente, mutatis mutandis, el proyecto: una agrupación bajo una bandera que solo es una bandera por mucha estrella que tenga. Una anécdota evidencia el sinsentido del frente nacionalista que desde el 2012 es la principal baza de CDC, luego del PDECat, después de Junts per Catalunya y ahora de la Crida. En agosto del 2015, en plena precampaña, vivimos el punto álgido del drama de los refugiados sirios. EL PERIÓDICO publicó una foto del cuerpo de un niño en la orilla, ahogado en el Mediterráneo. Pues bien, cuando el periodista de EL PERIÓDICO preguntó al responsable de prensa de Junts pel Sí, este respondió: "No tenemos opinión sobre ese tema, nosotros somos independentistas". Raül Romeva pilló un cabreo monumental.

Cuando en el 2012, Artur Mas, pese a estar arropado por un poderoso aparato mediático, se pegó un castañazo de aúpa en las elecciones, cambió de estrategia. Ya no se trataba de menospreciar a la ERC de Junqueras, como hiciera en el 2012 con aquella imagen del pantocrátor, sino de zampársela. El aún cándido Junqueras descubrió, a partir de ese día, lo que te puede ocurrir cuando no te rindes a determinados deseos.

El cartesiano Mas cedió antes que asumir el riesgo de volver a elecciones y arriesgar la hegemonía frente a ERC. Eso, jamás. Designó a Carles PuigdemontCarles Puigdemont, como antes Pujol había designado a Mas. ¿Estuvo tentado de asumir el envite de convocar elecciones? Pues claro. Así lo propuso y así hubiera sido si ERC hubiera aceptado nuevamente la lista única. De hecho, un nuevo plebiscito, esta vez sobre Mas. Buena parte de sus cuadros más leales temían el descalabro. Se encomendaron a Espriu, a veces es necesario que un hombre muera por un pueblo, jamás que un pueblo muera por un solo hombre.

¿Por qué motivo insisten en una fórmula ya ensayada que no suma un solo voto más sino que, al contrario, los centrifuga? La ciencia se basa en la experimentación. Tal vez había que probarlo pese a que tras una concepción u otra también hay una manera de entender la sociedad. La ciencia avanza cuando se descartan los ensayos fallidos y se ahonda en los que ofrecen resultados. Lo otro es fe. Y fe espiritual en el futuro hay que tenerla. Otra cosa es no querer encender las luces, no por temor a la oscuridad, sino para no ser visto y para rechazar la compleja realidad que te envuelve.