análisis

La resistencia de Piqué

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Mónica Marchante

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No, no es David Broncano y su programa 'La Resistencia' en Movistar + el objeto de esta columna de opinión, ni tampoco saber qué responde a la pregunta de cuánto dinero tiene en el banco… aunque el buen rollo y la expectación generada en redes en la previa promete diversión y una imagen del Gerard Piqué más mediático y polifacético que no conviene perderse.

Durante mucho tiempo y en semanas como esta, con parón liguero por partidos de selección, fue Gerard el centro de atención. Y no precisamente por un compromiso a prueba de bomba con el equipo primero de Del Bosque y después de Lopetegui Hierro, sino por la estúpida moda que se instaló en algunos campos de pitar al central del Barça en sus partidos con la selección.

Desde los mismos altavoces que legitimaban esos pitos defendiendo la libertad de expresión del aficionado, se ha pretendido estos días deslizar otro discurso envenenado y vil según el cual Piqué habría dejado la selección española para jugar en la catalana. Como si lo segundo fuese causa de lo primero. Como si la selección catalana jugase partidos oficiales. Y como si no tuviera derecho a jugar un amistoso con Catalunya cuando toque. (La selección catalana llevaba dos años sin jugar)

A menudo me parece digna de elogio la resistencia de Piqué ante insinuaciones tan mezquinas y ridículas.

A un futbolista que desde febrero del 2009 hasta julio del 2018 vistió en 102 partidos la camiseta de España siendo imprescindible en la zaga del equipo que levantó la Copa del Mundo en el Soccer City de Johannesburgo y la Eurocopa de Polonia y Ucrania habría que agradecerle eternamente su entrega. Pero con él eso nunca ha sido suficiente. Es el precio que paga quien elige pasar por encima del charco en lugar de rodearlo. Cosa que Piqué suele hacer a menudo. Sin ir más lejos el lunes, cuando levantó su mano censurando los gritos de “puta España” que se oían en Montilivi.

Se llama respeto. Pidió Gerard con la camiseta de Catalunya mirando a la grada eso mismo que no se le tuvo a él en muchos campos españoles. Broncano, ¡dile que vuelva!