IDEAS

Barcelona, cambio de chip cultural

Jaume Plensa en el MACBA

Jaume Plensa en el MACBA / periodico

Xavier Bru de Sala

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Una vez establecido sin sombra de duda que en materia de museos, exposiciones y grandes equipamientos culturales Barcelona no juega en primera división mundial, y ni siquiera europea, convendría replantear algunas prioridades, apostar a fondo en lo que somos o podríamos ser no sólo buenos sino singulares. El principio rector: si no puedes ser el mejor sé el único. Sin innovar en vivencia y convivencia no se puede ser único.

El principio rector de la ciudad debería ser: si no puedes ser el mejor, sé el único

Está muy lejos de nuestro alcance situar una orquesta, un contenedor de obras de arte o un teatro de ópera entre los más grandes. Como decía Joan Subirats en el reportaje publicado el pasado sábado en EL PERIÓDICO, el gran problema en cultura no es municipal. El problema es el desinterés manifiesto, flagrante, persistente, de la Generalitat, en la otra cara no sólo del Modernismo sino también del Novecentismo. El Pacte Cultural y los Jocs del 92 propiciaron un momento fundacional. Su ruptura ha comportado, a largo plazo, consecuencias devastadoras: siempre bajo mínimos y con engaños a la cultura del nivel del CoNCA.

El ayuntamiento de la capital debe tomar el relevo. No subvencionando equipamientos de estado de segunda sino haciendo ciudad cultural. De arriba a abajo, de abajo arriba, transversal. Ciudad acogedora de talento creador global. La condición necesaria es un cambio de chip municipal, desistir del nefasto despotismo ilustrado (todo para el pueblo pero sin el pueblo), al que se han encomendado instituciones que podrían haber sido singulares como el CCCB, el MACBA o el casi desaparecido Disseny Hub. El nuevo chip se llama expresión popular de los barrios, hibridación de viejas y nuevas asociaciones, incorporación de artistas y creadores del mundo que quieran incorporarse al nuevo laboratorio de base. En la cultura urbana hay mucho para expresar y para descubrir, mucha comunidad de proximidad por tejer, muchas cáscaras para abandonar y mucha imaginación para impulsar. No para dirigir.