Dos miradas

La soprano

Álvarez de Toledo quiere una Catalunya "abierta, cosmopolita, tolerante", como si viviéramos en un recinto cerrado, provinciano y dictatorial, y presume de no hablar catalán, que debe de ser, para ella, un dialecto vulgar

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Josep Maria Fonalleras

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La irrupción de Cayetana Álvarez de ToledoCayetana Álvarez de Toledo nos ha ofrecido unas cuantas perlas que conforman el collar de radicalidad y mentiras con que el PP encara la campaña electoral. Mentiras como esta: los funcionarios "humillan a los ciudadanos que pagan impuestos y los someten al silencio cuando tienen que hacer una gestión o un trámite". Esto es absolutamente falso, como es incierto que los lazos amarillos sean un "símbolo de opresión". Se pueden entender como una reclamación política, de acuerdo, aunque deberían ser vistos como una reivindicación estrictamente humanitaria ante una situación injusta, pero no tengo la percepción que, en ningún caso, sean una "soga que pretenden enroscar el cuello de la mitad de los catalanes".

CAdT tiene la obsesión de este sintagma: 'la mitad de los catalanes'. Lo dice en cada intervención, como si fuera un dato matemático y no magmático, porque aquí domina el discurso confuso del magma y no la certeza de un recuento efectivo. CAdT, que es en palabras de Alejandro Fernández "una auténtica soprano de la libertad y la concordia de los españolessoprano de la libertad y la concordia", quiere una Catalunya "abierta, cosmopolita, tolerante", como si ahora viviéramos en un recinto cerrado, provinciano y dictatorial, y presume de no hablar ni entender el catalán, que debe de ser, para ella, un dialecto vulgar. El hecho, sin embargo, es que el independentismo tiene una base social "muy importante", lo dice ella misma. Y llega dispuesta a avivar el fuego con la altivez insensata del pirómano.