Opinión | Editorial

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En busca del nacionalismo moderado

La polarización identitaria es tan fuerte que impide cualquier apuesta moderada, que sería propia de una sociedad como la catalana

expresidente de la Generalitat Artur Mas  c   el exconseller Francesc Homs  3d   el portavoz de PDcat en el Congreso de los Diputados Carles Campuzano  d   el presidente del PDECat  David Bonvehi  i   Joana Ortega  3i   y Irene Rigau  4i  a su llega

expresidente de la Generalitat Artur Mas c el exconseller Francesc Homs 3d el portavoz de PDcat en el Congreso de los Diputados Carles Campuzano d el presidente del PDECat David Bonvehi i Joana Ortega 3i y Irene Rigau 4i a su llega / periodico

Desde que se inició el 'procés' y Convergència optó por el soberanismo y el independentismo, la gran incógnita ha sido dónde están los votos moderados, de centroderecha, que constituían el gran activo de la fuerza que gobernó Catalunya durante 23 años con Jordi Pujol y dos más con Artur Mas (2010-2012), hasta que se produjo el volantazo hacia el Estado propio y la independencia. En ese espacio han desaparecido los moderados catalanistas no independentistas (Unió sacó 100.000 votos en solitario y ningún diputado) y los independentistas moderados, pactistas, situados en el espacio central entre la izquierda y la derecha, un eje que el procés se ha llevado por delante para privilegiar el eje nacional. Diversos estudios calculan entre 250.000 y 400.000 los votos que podría recoger la fuerza política que se reclamara de esos valores, pero lo cierto es que, al revés, los partidos independentistas se escoran cada vez más hacia la izquierda, como es el caso de Junts per Catalunya, dominado por el radicalismo de Carles Puigdemont.

En el espacio moderado falta un líder que pueda aglutinar a los votantes ahora desperdigados, tentados por la abstención o votantes contra natura de sus partidos. Sin embargo, no es normal que en una sociedad como la catalana ese espacio electoral se haya esfumado, por lo que sus partidarios y los expertos pronostican que reaparecerá a medio o largo plazo. Ahora, la polarización identitaria es tan fuerte que impide cualquier apuesta templada.