Al contrataque

El otro PP

¿No podría existir el partido de la poesía? Sería un PP muy distinto... porque en el de ahora -como en el resto de partidos- no parecen buenos tiempos para la lírica

Joan Margarit

Joan Margarit / periodico

Carles Francino

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«La única respuesta es la cultura, es la poesía…! Es la única esperanza de no llegar a una democracia analfabeta». La energía de Joan Margarit, a sus 80 años, podría desarbolar al más aguerrido de los 'millennials'. Conserva intacta la capacidad de cabrearse, pero acumula mucha mili como para dejarse ir por la pendiente del enfado sin aportar algún argumento. La otra tarde en 'La ventana' tuvimos el placer de conversar con él para celebrar el Día Mundial de la Poesía y lo comprobamos. Margarit llegó al elogio de la cultura a partir de la crítica política... y social. «Los políticos no bajan del cielo -tronó-, no basta con decir: ‘¡Qué malos políticos tenemos!’. Porque si ese es el problema, vamos y los echamos. Pero es que luego vienen otros iguales. Quiere eso decir que somos nosotros; es toda la sociedad la que responde a estos políticos».

Margarit venía de batirse el cobre con centenares de universitarios en Madrid; y estaba pletórico, satisfecho. Le gustó ese paisaje generacional alejado de los estigmas que nuestra civilización de etiquetas les ha endosado a los más bisoños. Y celebró con alborozo la  iniciativa -casi un milagro- que ha puesto en marcha Montse Iglesias, de la editorial Condé Nast, bajo el título 'Amamos la poesía', donde personajes de distintos ámbitos hacen algo tan simple como recitar poemas ante una cámara; simple y exitoso porque acumula casi 120 millones de impactos.

He participado en ese proyecto para el que seleccioné, precisamente, un texto de Joan Margarit, 'A través del dolor', que, entre otras cosas, dice: «La policía, en Catalunya,/ llevaba a cabo interrogatorios/ con torturas tan solo en castellano./ Pero a través de tanta humillación/ he llegado a quereros a Ramón, a Luis, y las peores entre las palabras,/ las que más daño iban a causarme,/ las he escuchado en mi propia lengua».

¡Me pareció tan oportuno! Porque además rememoramos otro poema que Benjamín Prado había alumbrado en Granada, cinco días después de aquel infausto 1-0 del 2017, frescas las imágenes de los porrazos policiales, que hoy algunos intentan presentar en los tribunales como prueba de una revuelta violenta que nunca existió. Como tampoco existió un referéndum digno de tal nombre, ni la república que prometieron los aprendices de brujo. Yo me quedo con algunos versos de ese poema titulado 'Hablemos, parlem': «Hablemos sin quemarnos las banderas/ con razones, sin sangre en las aceras/ con libertad, sin ira, como hermanos/ hablemos de palabras, no de idiomas/ digamos ‘te respeto’, ‘no te vayas’/ sin ver puntos finales donde hay comas/ sin ver desiertos donde solo hay playas».

¿No podría existir el partido de la poesía? Sería un PP muy distinto… porque en el de ahora -como en el resto de partidos-  no parecen buenos tiempos para la lírica. La canción de Golpes Bajos tiene ya 21 años, pero sigue vigente. 

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