El cambio de chaqueta en la política

Bondades, peculiaridades y otras curiosidades del buen tránsfuga

En las próximas elecciones se presenta una excelente cosecha de 'fugitivos', tanto en la izquierda como en la derecha

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Emma Riverola

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Son mayores y jóvenes, hombres y mujeres, los encontramos a la derecha y a la izquierda, siempre han existido, pero en los momentos convulsos es donde emergen como setas después de una buena lluvia. En las próximas elecciones se presenta una excelente cosecha de tránsfugas. Son criaturas dispares. Unos tienden al camuflaje, otros recurren a colores vistosos para dejar clara su presencia. La mayoría suele compartir una serie de elementos comunes:

-La ambición. Aunque todos los caminos confluyen hacia su propio interés, el anhelo puede partir de diferentes prioridades. Unos se centran en engrosar su cuenta corriente. Otros parecen impulsados por una cierta necesidad de trascendencia. Poder, fama, popularidad…, ya se sabe, la erótica del poder. Al fin, todos son especialmente duchos en formular de mil modos distintos el clásico ¿qué hay de lo mío? Más allá de su gran, 'superhipermegaultrainterés' ideológico que siempre dicen defender, existe una cierta predilección por los cargos. ¡Ay, esas sillas bien pagadas!

-Los filtros. Antes de que la telefonía móvil desarrollara los filtros que dotan a las fotos anodinas de un toque de gran maestro, los tránsfugas ya tenían instalado el filtro del embellecimiento en su mirada. Tamiz que se activa, especialmente, ante el espejo. Están tan seguros de su valía que no suelen cuestionarse lo que el partido ha hecho por ellos, sino lo que ellos han hecho por el partido. Su conclusión es siempre la misma: todo aquello que les rodea es tan solo un decorado desenfocado que conviene ir cambiando para el oportuno lucimiento del gran protagonista. Es decir, de ellos mismos.

-La brújula. Es una de sus más preciadas características. La llevan incorporada de serie y les convierte en unos excelentes indicadores de la dirección del viento. Ellos siempre lo tienen a favor. Suelen ser implacables. A la que perciben que el organismo donde están instalados muestra los primeros síntomas de debilidad, ya sienten la llamada del viaje. Otean el horizonte, consideran los cuerpos de las proximidades y, una vez elegido el más adecuado, ya solo se trata de preparar bien el terreno de acogida y calibrar el salto. Su principal temor es errar en el cálculo y quedar en tierra de nadie. El ridículo es espantoso y difícil de sobrellevar. Hay quienes no remontan el vuelo. Estas criaturas fallidas también reciben el sobrenombre de parásitos bobos.

Están tan seguros de su valía que no suelen cuestionarse lo que el partido ha hecho por ellos, sino lo que ellos han hecho por el partido

Más allá de las características comunes, cada tránsfuga tiene sus características propias. A continuación, se relatan algunas de sus principales tipologías. Es importante advertir que, a menudo, se les incluye en una u otra clasificación según los ojos que les observan. Desde el nuevo espacio de acogida siempre se les ve más guapos, más listos y más honestos. No hace falta exponer los calificativos con los que son despedidos de su antiguo hábitat.  

- Los pacientes. Responden al dicho de quien avisa, no es traidor. Toman la decisión de partir hacia nuevas moradas después de largas y reiteradas protestas en terreno propio. A menudo se sienten depositarios de la esencia del partido. El problema es que las asociaciones humanas son sustancias de múltiples elementos. La cosa va más de Chanel nº 5 que de agua de rosas. A favor de estos individuos cabe que admitir que, con su marcha, el lugar que abandonan no vuelve a ser el mismo.

-Los inquietos. Faltaron a clase de compromiso. Se sienten libres como el viento, especialmente para seguir la luz de los focos. Resulta especialmente molesta la variante vocinglera. Se caracteriza por chillar mucho y muy fuerte para suplir la falta o la endeblez de argumentos.

-Los nómadas. Una variedad de la tipología anterior. Siempre están con la maleta preparada y no les importa ir saltando de oca en oca. Basta con un poco de desparpajo y un mucho de desvergüenza. Están tan acostumbrados al brinco y es tanta la potencia de su pirueta que corren el riesgo de saltar demasiado lejos. El viaje tiene sus riesgos. No es fácil encontrar cobijo más allá de las fronteras.  

-Los bonitos. Son los que más duelen, especialmente si comulgas con su pensamiento y comprendes su movimiento. Lo entiendes, pero sabes que su rostro virtuoso huele a tránsfuga y que su movimiento puede acabar cubriendo de mierda todo el arco de su salto. Un desastre.

-Los creativos. Son los que quieren dar una apariencia de legitimidad y colectividad a su transfuguismo. Crean un partido y, en dos días, se fusionan con su objetivo. A pesar de su antigüedad, están en plena vigencia. Entre ellos incluso hay la variante ecológica. Se dedican a reciclar la imagen de su partido de origen. Aunque estéticamente queda bonito, es feo. Muy feo.

Por encima de todos los especímenes, existen el Rey o la Reina Sol. Son los campeones. Suelen sumar características de uno y de otro. Se creen los herederos del partido que abandonan y del país entero. Suelen ser objeto de las más ácidas críticas. Por el contrario, las siglas que les acogen suele quedar indemnes. Quizá todos los partidos anhelan un buen tránsfuga en sus filas.