Los viernes, ciencia

La Tierra es plana

Hay gente que vive en una pequeña tribu, y para ello no es necesario aceptar que el planeta es redondo o que hay cambio climático. Para tomar decisiones a un nivel más amplio, si lo es

wtierra-plana

wtierra-plana / periodico

Pere Puigdomènech

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El terraplanismo, la teoría que afirma que la Tierra es un disco plano, está ganando adeptos. Hay foros de discusión en los que se discuten sus argumentos y se contradicen aquellos experimentos y teorías que afirman que la Tierra es un planeta aproximadamente esférico. A priori no habría nada que objetar por el resurgimiento de esta antigua teoría. Se podría incluso decir que es solo una cuestión de perspectiva.

El pueblo de mis padres está en mitad del Vallès. En los tiempos de mi abuela la gente se movía en carro e ir a Barcelona era un viaje de medio día. Muchos no habían ido a la escuela y su relación con las visiones que existen sobre el mundo a menudo se limitaba al sermón parroquial. Para la mayoría de la gente el mundo era plano y el Sol se movía cada día de un lado al otro del cielo. Está claro que había gente inquieta que se hacía preguntas. Hace más de 2000 años Eratóstenes de Cirene había medido la inclinación de los rayos del Sol en diferentes lugares, había demostrado que la superficie de la Tierra es redonda y había calculado el radio del planeta con una exactitud bastante aceptable. Para los terraplanistas, Eratóstenes es parte de la conspiración para hacernos creer que la Tierra es una esfera.

La confianza

Las ideas de los filósofos griegos fueron despreciadas u olvidadas durante siglos y al pensamiento que observa, mide y concluye le costó abrirse camino a partir del Renacimiento y sobre todo a partir de lo que llamamos Ilustración. Con la profundización en la observación de la naturaleza algunas teorías necesitan observaciones complejas y pueden llegar a conclusiones que no son obvias o que alteran la forma en que la gente piensa y vive. Que microorganismos estén en el origen de las enfermedades infecciosas necesita de microscopios para observarlos, que las especies actuales proceden de especies anteriores por evolución choca con creencias arraigadas, que fumar produce cáncer necesita de observaciones de muchas personas durante una buena parte de su vida y puede afectar a aquellos que viven del negocio del tabaco. Las razones por las que se llega a estas conclusiones están accesibles a todos y los experimentos se pueden repetir. Pero ello implica dedicación y esfuerzos que no todo el mundo quiere o puede hacer. Hay que aceptar que nuestra sociedad está construida sobre la confianza que unos nos otorgamos a otros y alguien puede llegar a la conclusión de que hay gente, como los científicos, que quieren engañar a todo el mundo.

Esta situación nos puede sorprender cuando tenemos en cuenta que la forma como hemos estado construyendo el mundo en que vivimos se basa en la curiosidad que la gente ha tenido durante siglos para tratar de entender el mundo como es. Las respuestas que hemos ido encontrando han construido un conjunto de conceptos que son válidos independientemente de quien los formule y donde lo haga. Pero con frecuencia estas respuestas cuestan de encontrar o se dan situaciones complejas que no tienen soluciones obvias y que hay que investigar. Esto nos pasa actualmente, por ejemplo, con los cambios que observamos en el clima. Las respuestas deben ser colectivas y por lo tanto necesitan una elaboración lo más rigurosa posible. Sin embargo hay gente que no las acepta, como hay quien no acepta que la Tierra sea un planeta esférico.

Quizás lo que nos pasa es que nuestra sociedad globalizada lleva a ciertos colectivos a encerrarse en un pequeño reducto. El rechazo a la globalización es un fenómeno bien extendido y la gente busca refugio en entornos más pequeños en los que se sienten protegidos. Las herramientas de comunicación global crean una aldea global a la vez que dan lugar a tribus que no necesitan de la proximidad territorial para definirse. Y para vivir en el pequeño mundo de una tribu, ahora como hace cien años o hace diez mil años, no necesitamos tener en cuenta que la Tierra sea redonda. Basta salir a la puerta de la propia cabaña para ver que es bien plana y que el Sol gira cada día alrededor de ella. Los que dicen lo contrario son forasteros que tratan de engañarnos.

Mientras los que piensan así se queden en su rincón y sean felices puede que no valga la pena contradecirlos por más extraño que nos pueda parecer. El problema es cuando tenemos que tomar decisiones a nivel más amplio y cuando nuestra salud y el futuro de nuestros hijos dependen de lo que hacemos a nivel colectivo. Entonces necesitamos tener una visión del mundo sólida y que podamos compartir. Por eso la basamos en experimentos y medidas para construir teorías utilizando todo lo que nuestra inteligencia ha ido acumulando durante siglos. La ignorancia no ha sido nunca una buena guía para nadie.