La huida

Cuando el ambiente se enrarece, el ánimo se encabrita y la angustia se hace mucho más presente de lo que debiera, opto por cerrar puertas y ventanas y escapar a cualquiera de mis refugios mentales. Mis paraísos. De entre todos, el que está más a mano es, siempre, Nueva York. Me pierdo mentalmente por sus calles y avenidas, me dejo llevar por el ritmo de una ciudad que siento que me sostiene a pulso, y así, a ras de suelo, sin pisar apenas el asfalto, ingrávido, como levitando, voy de norte a sur, ("the Bronx is up, but the Battery is down") despistando en cada esquina el cabreo que me produce la realidad que habito. En ocasiones, cuando la mente no basta, echo mano de mis asistentes más leales: un libro, una canción, una foto, una película.

Esta semana, <strong>harto de polémicas estériles y de bravuconadas de patio de colegio</strong>, me vi empujado a huir de nuevo. Pero el peso de lo que quería dejar atrás era tanto (y tan estúpido) que tuve que pedir ayuda. La encontré, una vez más, en la ficción. A las cuatro de la tarde del último miércoles de este invierno, me encerré en una sala de cine. Una película, 'Can you ever forgive me?' ('¿Podrás perdonarme algún día?'), me llevó de la mano al corazón de Manhattan. Siguiendo a su protagonista de bar en bar y de librería en librería (brutal historia de fracaso y superación), me sentí, con ella, neoyorquino al instante. Pocas veces, se lo aseguro, el espíritu de esa ciudad ha sido tan bien plasmado en una película. Si aman Nueva York, no se la pierdan.

Luego, de vuelta a casa, frente al televisor y en entregas bien dosificadas para que durara lo más posible, he visto en HBO la serie 'How to make it in América' ('Buscarse la vida en América'). Otra visión de la ciudad, bastante más alegre que la anterior, siguiendo, cámara al hombro, el largo caminar de dos jóvenes emprendedores (soñadores seguro, perdedores quizá) por el SoHo, el Lower East Village y el Chinatown de ahora mismo. Me repito a conciencia: si aman Nueva York, no se la pierdan.

Y solo así, huyendo, viajando mente a través, conseguí salir indemne (?) de la trampa de los lazos.