Engaños en el vacío

Tengo la sensación de que han vuelto a escupirme. También pienso que no es una cuestión personal: creo que al mismo tiempo también han escupido contra la inteligencia del conjunto de la opinión pública catalana, tanto a los soberanistas como a los no soberanistas. Y a la sensibilidad democrática de todos los que desde fuera de aquí intentan estar al corriente de lo que nos está pasando. Encima, la agresión ha sido hecha como jugando, disfrazada de travesura y con ánimos de falsa heroicidaddisfrazada de travesura.

Ni presidente por delegación

Con las idas y vueltas de la retirada de los lazos amarilloslazos amarillo de los edificios oficiales durante la campaña electoral Quim Torra ha vuelto a demostrar que se cree con derecho a burlarse de los ciudadanos a los que debería presidir, aunque en la práctica desgraciadamente no hace ni de presidente por delegación. Es tan reincidente que en el futuro la Historia probablemente considerará que en estos años tan negros en que sufrimos desprecios desde tantos lados lo peor, lo más imperdonable, es la degradación de la calidad democrática de la presidencia de la Generalitat.

La falsa argucia del no voy a obedecer a la autoridad española constitucionalmente competente en el tema, sino que en todo caso obedeceré a una autoridad catalana que me guste, aunque legalmente no tenga nada que ver con esto, ha sido otro inmenso engaño. Engaño porque Torra finge desobedecer a la Junta Electoral Central cuando de momento ha decidido no hacerlo para no pagar lo que eso comporta. Engaño porque ha exhibido públicamente una falsa valentía diciendo que estaba dispuesto a ningunear una orden y no era verdad. Engaño porque simuló estar a la espera de la opinión del Síndic cuando este ya se la había comunicado días atrás y por escrito. Y todo con un trasfondo malicioso: ha recalentado el tema de los lazos solo para crear más frustración y tensión a los muchos catalanes para los que son algo serio y sensible, ya sea a favor o en contra. Sustituyéndolos por otro símbolo todavía retuerce más el absurdo.

Con estas actuaciones se completa día a día el desquicie emocional y político de quienes ya estamos atrapados por sus viejas invitaciones directas a los CDR para desestabilicen más, o por la desastrosa e injusta asfixia del Parlament para que no debata sobre nuestros problemas. Torra practica el resistir sin resistir, la rebeldía-ficción, y crea ilusión pensar que por jugar tan encima de las líneas rojas acabe incurriendo en transgresiones no solo morales sino también técnicas de las que deba responder. Su sonrisa falsa haciéndose el valiente hace juego con la inquietante música de fondo del runruneo de los helicópteros durante los operativos antidisturbios y con la nueva cortina sonora actual que tenemos en muchos hogares: el rosario monótono de las preguntas y testimonios de las largas retransmisiones en directo de un juicio sobre lo que algunos dicen que no fue nada.