Dos miradas

La Catalunya menguante

Con su empecinamiento, algunos independentistas están dejando el papel de garante de los derechos de la ciudadanía a las instituciones españolas

Lazo amarillo en el Palau de la Generalitat

Lazo amarillo en el Palau de la Generalitat / periodico

Emma Riverola

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El juicio es una farsa. El veredicto ya está decidido. No hay nada que hacer...  Son expresiones que se repiten en el magma del independentismo. Una contundencia muy parecida a la que antes se empleaba para apelar a la Unión Europea. Aquella quimérica ilusión de que la UE de los estados apoyaría una Catalunya independiente. Es posible que el juicio acabe llegando al Tribunal de Estrasburgo, pero ni está claro el viaje ni que sea determinante. Es más evidente lo que subyace en el discurso del ‘juicio-farsa’: nada de lo que proviene del estado español puede ser justo. Porras o togas furiosas, esto es lo único que puede ofrecer.  

En esa lógica también se quiere interpretar la orden de la Junta Electoral de retirar los lazos amarillos de las instituciones de cara a las elecciones. Se considera un menoscabo a la soberanía catalana. Asusta esta idea. ¿En una Catalunya independiente las instituciones no serían neutrales en los periodos electorales? Con su empecinamiento, algunos independentistas están dejando el papel de garante de los derechos de la ciudadanía a las instituciones españolas (esas que tanto denuestan), mientras desnudan a las catalanas. Lo mismo ocurre con un Parlament que apenas legisla o un Govern que apenas gobierna. La última ocurrencia, ‘astucia’, es el camuflaje de los lazos. Siguen sin entender nada. Están expulsando a muchos de su Catalunya menguante. Y no solo a los contrarios a la independencia.