Trump y Bolsonaro sellan una nueva lógica de poder en las Américas

La alianza entre ambos pone en peligro la viabilidad de proyectos de integración regional de la zona

Bolsonaro obsequia a Trump una camiseta de la selección de Brasil.

Bolsonaro obsequia a Trump una camiseta de la selección de Brasil. / periodico

Salvador Martí Puig

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Una imagen dio la vuelta al mundo el 22 de febrero de este año. Era la de los rostros risueños de los presidentes de Colombia, Iván Duque; de Chile, Sebastián Piñera, y de Paraguay, Mario Abdo, junto con Juan Guaidó, autoproclamado presidente de Venezuela, en la ciudad colombiana de Cúcuta, donde se realizó el concierto 'Venezuela Aid Live' organizado por el multimillonario británico Richard Branson. 

En dicha foto había dos personajes que sin estar de 'cuerpo presente' también estaban: se trataba de Jair Bolsonaro  y Donald Trump. Ciertamente ninguno de los dos estuvo en Cúcuta, pero sin su apoyo ese evento nunca se hubiera llevado a cabo. Un botón de muestra es que el día siguiente Trump se comprometió a luchar con todas sus fuerzas para que la ayuda norteamericana (ofrecida por la agencia oficial norteamericana USAID) pudiera cruzar la frontera venezolana. Justo él, que en su país defiende sellar fronteras y alzar de muros.

Nuevo ciclo en América Latina

Casi un mes después del concierto de Cúcuta una nueva foto no va a pasar desapercibida para los analistas de la actualidad internacional, a saber, la del encuentro de Bolsonaro con Trump en la Casa Blanca. Esta foto es la constatación de que América Latina se encuentra inmersa en un nuevo ciclo político caracterizado por la llegada de gobiernos conservadores en casi todos los países de la región.

Este nuevo mapa político latinoamericano, surgido en paralelo a la presidencia de Trump en Estados Unidos, conlleva una profunda reestructuración de las relaciones hemisféricas. Por una parte, el futuro político de los proyectos de integración regional más ambiciosos de las últimas décadas, como Mercosur, Unasur y Alba se encuentra no solo en entredicho, sino en franco declive. Y por otra parte, los esfuerzos realizados durante las últimas décadas para articular una lógica multilateral en las relaciones internacionales, con el fin de contrarrestar el poderío de Estados Unidos, se ha venido al traste al otorgar nuevamente el papel de big brother al Gobierno de Washington que, a la vez, tiene la potestad de ungir a sus aliados –destacando a Duque, Macri, Piñera y, a partir de hoy, Bolsonaro- y de otorgarles una autoridad delegada para intervenir en conflictos políticos estratégicos en sus zonas de influencia más allá del derecho internacional.

Otros conflictos de peso

Sin duda esta nueva configuración del poder hemisférico va a tener notables consecuencias en dos grandes cuestiones. La primera es en la gestión de las crisis abiertas en la región, donde destaca la de Venezuela, aunque no debemos olvidar los conflicto políticos en Nicaragua y Haití, la interminable transición cubana o la difícil implementación de los acuerdos de paz en Colombia. La segunda es el manejo de los intereses comerciales y económicos en una región inmensamente rica en materias primas y biodiversidad, y en la que sus mandatarios más poderosos (Trump y Bolsonaro) niegan el cambio climático, el calentamiento global y aplauden la deforestación del Amazonas.