OBITUARIO

Ramon Solanes, el director de periódico más valiente

Los tiempos actuales no serían propicios para un profesional sin más ataduras que la libertad, refractario a simplismos de mantra y fanatismos de octavilla

Ramon Solanes Pinol, periodista

Ramon Solanes Pinol, periodista / periodico

Ramon Miravitllas

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“Por favor, tened mucho cuidado. Si ahora caéis en manos de la policía, no podré ir ni a llevaros tabaco”. Ramon Solanes, director del periódico barcelonés 'Mundo Diario', hablaba así a sus jóvenes redactores en la nueva oscuridad de la Ley Antiterrorista de 1974. Los redactores trabajaban en el filo de la cuchilla del régimen y su director hacía lo razonablemente posible para que ejerciesen su oficio en la libertad que el sistema les negaba. Ya es hora de que alguien lo afirme: Ramon Solanes Piñol, periodista forjado en los cuadros de TVE en Miramar, que no fue precisamente una fábrica de demócratas, y sin pedigrí alguno en prensa, fue el director de periódico catalán más valiente desde el juicio de Burgos a la reforma política. Fue quien llegó más lejos combatiendo la dictadura en todos los frentes informativos, de la portada a la crítica de cine. Lo fue a sabiendas de que jamás pasaría a la historia como sus colegas ilustrados que figuraban a la cabeza de las acciones y movimientos progresistas, escribían profundos artículos sobre derechos humanos y una hermosa literatura de país. Si 'Mundo Diario' fue el experimento periodístico más excitante, fascinador y extraordinario desde los terribles coletazos finales de la dictadura a la España preconstitucional, débase en parte considerable al gran desconocido que veló el rumbo de cada día, mucho más allá del fijado por Sebastián Auger, un petulante empresario que lo gobernaba a golpes de ego, delirios de grandeza política y expansionismo imperial.

Ramon Solanes era hombre de pocas palabras y mucha imagen. En la televisión franquista había sobresalido por insuflar aires de decidida modernidad cosmopolita, es decir, un europeísmo de impregnación y una sensualidad integral que no eran poco en los años del chal en la canaleta, el provincianismo sudado y la batería prohibida en los musicales de sobremesa porque alteraba la digestión de los españoles. El mago de la publicidad de la época, Víctor Sagi, vio en su perfil profesional bastante más que un realizador estiloso y lo trasplantó al campo de minas de la prensa. Sobre el papel no había jugada más perdedora que llevar un neófito a la partida de póquer donde todas las cartas estaban marcadas. Las del franquismo, que le tenía por enemigo o sospechoso de serlo solo por no constar entre los afectos, y las del progresismo de carné, elites, tribus, clanes o redes de intereses que manejaban los hilos de la oposición escrita. El único punto de partida a favor: un sello británico en sus maneras y proceder. Solanes sabía poner muchas caras de póquer. Su indiscutible éxito: convertir 'Diario Femenino', un derivante periódico de Sagi que por imperativos industriales se confeccionaba 24 horas antes de su salida, en la herramienta periodística más ancha y puntiaguda de la izquierda política catalana y española de los 70.

El estilo Solanes

Desde el Barça de Messi a la Casa Batlló, los triunfos de esta vida suelen serlo de un estilo. El estilo Solanes era parco en triunfalismos y grandilocuencias y sumamente pródigo en eficaces silencios tácticos  y labores sordas. Trabajar con él era como pertenecer a la estabilidad de un piloto automático. Su slogan podía haber sido el del Renault 4 Latas de entonces: “Su belleza es su mecánica”. Un piloto automático, empero, con el alma vivaz e intuitiva del Humphrey Bogart que sabía reservarse el volantazo o el acelerón para el instante preciso. Pese a su apariencia hierática y pasiva, acaso fruto de una enorme timidez soterrada, vivía cerca de la redacción sin que ésta sintiera su halo en el pescuezo. Quienes hubimos de comparecer ante la jurisdicción militar por las crónicas de los consejos de guerra a etarras no olvidamos sus gestiones tan calladas como trabajosas para evitarnos la pocilga.     

Los tiempos actuales no serían propicios para un profesional sin más ataduras que la libertad, refractario a simplismos de mantra y fanatismos de octavilla, y cuya mayor habilidad era apuntalar el trabajo colectivo y no cultivar el paso propio a la posteridad. Malos tiempos para un tipo exquisito que sabía tomar distancias ante quienes entraban en su despacho con la brusquedad o la consigna por bandera. El mayor exabrupto que le recuerdo fue espetarle a uno de los personajes que se afanaban por monopolizar la conciencia crítica de la redacción: “Baja la cometa, que la llevas muy alta”. Malos tiempos también para esta frase.

Descanse en paz el tipo exquisito que allí donde esté seguirá sin pedir medallas, aplausos y lisonjas. Sí, en la antigüerdad hubo periodistas así.