La polémica de los lazos

Política simbólica

Sin símbolos que recuerden un objetivo de la república cada vez más diluido, la frustración ganaría terreno a la ilusión. Los símbolos conectan con la parte emocional y llenan todos los huecos que va dejando la inoperancia política

Quim Torra junto a Elsa Artadi y Laura Borras.

Quim Torra junto a Elsa Artadi y Laura Borras. / periodico

Olga Ruiz

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La política catalana sobrevive gracias a la simbología. A falta de hechos concretos y sin haber cumplido ni una sola de las promesas que muchos entendíamos como quiméricas, los símbolos son lo único que le queda al Govern de la Generalitat, el único vestigio de la república que no fue, por mucho que se anunciara. La simbología independentista es además, una suerte de anclaje para una parte de la sociedad que sigue creyendo que pancartas, chapas, pulseras, lazos y demás micromercadotecnia conducen directamente a la independencia, señalan la senda. Es comprensible la asociación de conceptos, sin símbolos que recuerden un objetivo cada vez más diluido, la frustración ganaría terreno a la ilusión. Los símbolos conectan con la parte emocional y llenan todos los huecos que va dejando la inoperancia política.

Quizás por eso, el 'president' Torra se aferra en la defensa del lazo y la pancarta a favor de los presos que cuelga del balcón de la Generalitat y  que la Junta Electoral Central le ha ordenado retirar por segunda vez en una semana, porque sabe que aceptar la indicación de la JEC puede ser interpretado como un sacrilegio para el votante independentista, que una cosa es aceptar que no hay República y otra renunciar a los símbolos, eso sí que no.

Es curioso, no obstante, confirmar como  el simbolismo también se ha colado en las explicaciones de Palau. Simbología para hablar de símbolos que podría desembocar en una negativa simbólica, una auténtica carambola dialéctica, tan abstracta como inconcreta.

Hasta donde sabemos el 'president' Torra no va a retirar ni el lazo ni la pancarta de la plaza de Sant Jaume pero a la vez, seguirá las recomendaciones que le acabe haciendo el Síndic de Greuges, esté o no de acuerdo con ellas. Entonces: ¿la decisión final corresponde al 'síndic' o al 'president'? Si tal como ha anunciado la 'consellera' Artadi, la decisión de Torra es personal, ¿por qué finalmente dependerá de la recomendación del 'síndic' Ribó? Con respecto a la decisión de las 'conselleries' no hay lugar a dudas pero cuando se trata de la Generalitat la sombra de la inhabilitación del 'president' parece enturbiar el mensaje. 

Cabe preguntarse a dónde nos lleva tanta política simbólica -en sí misma un oxímoron- ya que la política deja de serlo cuando se sostiene solo con símbolos, me gustaría entrever algún sentido político que vaya más allá de la capacidad de tensar situaciones, de rechazar cualquier resolución que no emane de la Generalitat, de competir en número de manifestantes, de patrimonializar políticamente también un lazo amarillo cuyo fin solidario, inicialmente muestra de apoyo a Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, podríamos compartir independentistas y un buen número de  no independentistas de no ser porque ya no significa solo eso, porque cualquier símbolo que se precie va acompañado de su correspondiente exigencia al Gobierno. La política en su ausencia se ha camuflado bajo una montaña de símbolos. En el caso que nos ocupa si no son estos, serán otros, quizá nuevos, como protesta por la retirada de los primeros… no lo descarten.