LA CLAVE
Cayetana y el 23-F
El problema no es dónde viva ni qué lengua hable Álvarez de Toledo (PP), sino que anteponga la unidad patria a la democracia al juzgar "más grave" el proceso soberanista que una intentona golpista
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Para Cayetana Álvarez de Toledo, flamante candidata del PP por BarcelonaPP, el proceso soberanista catalán es "más grave" que el golpe de Estado del 23-Fgolpe de Estado del 23-F. Lo es, a su juicio, por la supuesta disposición de Pedro Sánchez a entablar un diálogo político sobre la autodeterminación, extremo que este niega. Lo es, razona, porque frente a la antigualla de "Tejero y Milans con los tanques", el reto independentista constituye un "golpe posmoderno, basado en la movilización social y la exaltación nacionalista" y "muy difícil de neutralizar". Lo es, concluye, porque "muchas personas diciendo en la calle que democracia es votar" supone una mayor amenaza para el Estado constitucional que "un señor pegando tiros" .
El problema no es que una política que nunca ha residido en Catalunya aspire a representar a los catalanes y defender sus intereses; todos los partidos, sean constitucionalistas o independentistas, eligen o han elegido a candidatos cuneros. Tampoco lo es el idioma en que se exprese, aunque su elección como cabeza de cartel ilustre el desprecio de su partido por la realidad bilingüe de Catalunya. Lo inquietante es lo que piensa, la escala de valores que subyace tras sus reflexiones.
ANTES AZUL QUE ROTA
Parte Álvarez de Toledo de una evidencia. De cristalizar con éxito, la intentona golpista de 1981 y la tentativa secesionista del 2017 hubieran tenido un efecto análogo: la alteración del régimen constitucional nacido en 1978. Solo que aquella asonada pretendía instaurar una dictadura militar, y el 'procés' aspiraba a seccionar la soberanía nacional mediante el alumbramiento de una república catalana. De sus palabras se infiere que o bien antepone la unidad patria a la democracia, o bien no concibe una España democrática sin Catalunya. Antes azul que rota.
Es lógico, desde esta óptica, que la aterrorice más la "movilización social" en Catalunya que la pistola humeante de Tejero. Pero lo es menos que frente al proyecto soberanista no esgrima argumentos ni propuestas, sino el severo correctivo de un 155 sin fecha de caducidad tan lesivo para los derechos de los catalanes independentistas como para los que no lo son.
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