ANÁLISIS
Griezmann, la decisión es ahora del Barça
Su portazo ridiculizó a los dirigentes y a los aficionados azulgranas, así que la dignidad debería estar por encima de cualquier interés deportivo
Sònia Gelmà
Periodista
El tópico de que el tren solo pasa una vez no siempre se cumple. Hay multitud de ejemplos en el deporte, y en el Barça. Pero cuando la primera vez que pasa, le pides al tren que te espere mientras te ríes con unos colegas en un banco de la estación, sin intención de subirte —y además lo grabas y lo emites para que el conductor lo vea en directo—, parece difícil que no pase de largo cuando te vuelva a ver en el andén.
Después de semanas observando a sus caballos, Griezmann acabó optando por quedarse en Madrid, quería ser el líder de ese Atlético que levantaría la Champions en el Wanda. No va a poder ser. Y salvo hecatombe, tampoco ganará la liga. Ante la decepción, el entorno del francés sondea opciones, aunque el jugador públicamente siga enamorado del estilo de fútbol de Simeone, con el que dice disfrutar, vaya usted a saber por qué. Pero el estilo que le vale a Griezmann es el de ganar, y alguien que se cree digno de sentarse en la misma mesa de Messi y Cristiano, no se conforma con la Europa League.
Su deseo de éxito es perfectamente comprensible, como debería ser el desinterés del Barça por él. Lo que impide una segunda oportunidad para Griezmann no es su legítima negativa, sino que alargó la respuesta hasta que lo tuvo todo a punto para que los dirigentes azulgranas no le hicieran un spoiler del documental. Lo de Griezmann no fue una decisión, sino 'La decisión'. Y eso implica que no hay vuelta atrás.
Relevo de Suárez
El portazo de Griezmann ridiculizó a los dirigentes y a los aficionados azulgranas que esperaban su respuesta. Su fichaje ya no está en la agenda, por arrepentido que esté, ahora la decisión es del Barça, y la dignidad debería estar por encima de cualquier interés deportivo. Aunque ya saben, que siempre se puede ser más orgulloso cuando el fichaje no es necesario. Ya no lo era la temporada pasada, cuando se valoró su llegada como una oportunidad de mercado. Aún es más evidente este año, cuando se apostará por un relevo para Suárez.
Resulta coherente que el Barça no lo descarte públicamente, puesto que tampoco lo hace con Neymar, ese brasileño que tiene denunciado al Barça y que desde que es futbolista pasa más tiempo en el mercado que fuera de él. Se arrepintió Neymar, se arrepiente ahora Griezmann. Sus argumentos, muy parecidos. Ambos querían liderar proyectos. Ambos evitaron la sombra de Messi. El Barça debería pasar página en ambos casos.
La historia del fútbol nos demuestra que nadie puede decir de esta agua no beberé, pero el club azulgrana debe exigir el respeto que su historia merece. Griezmann es libre de elegir cómo comunica sus decisiones, y el Barça, de tenerlo en cuenta como carta de presentación, reveladora en todos los sentidos.
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