Dos miradas

Gervais

La serie 'After life' es un ejercicio de equilibrio entre la desesperación más profunda y la posibilidad de pensar que estamos aquí para intentar que el mundo sea mejor

Ricky Gervais y Mel Gibson

Ricky Gervais y Mel Gibson / periodico

Josep Maria Fonalleras

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'The Cambury Gazette' es un diario gratuito que publica noticias tan interesantes como esta: unos padres que dicen que tienen un bebé que se parece a Hitler. No se parece en nada, excepto por el detalle de que los padres le han pintado un bigote con rotulador permanente. O como esta: un hombre detecta humedades en su casa y afirma que puede ver el retrato de Kenneth Branagh. El redactor que los entrevista dice: "De hecho, no tiene ningún mérito porque cualquier mancha de humedad puede parecerse a Kenneth Branagh". O como esta: un adolescente perpetuo, hijo obeso de una madre estrafalaria, que sabe tocar con dos flautas al mismo tiempo, una por cada narina.

Ricky Gervais es Tony, el reportero de 'The Cambury Gazette'. Quien lo conozca, ya se puede imaginar que la serie que protagoniza ('After life') es un compendio de exabruptos, humor escandaloso, acidez extrema y morbosa, falta absoluta de respeto por las convenciones. Esta comedia agridulce, sin embargo, es también un ejercicio sutil de equilibrio entre la desesperación más profunda, el encaro a la muerte, el nihilismo persistente y la posibilidad de pensar que estamos aquí, en este valle de lágrimas, para intentar que el mundo sea un lugar más agradable. Gervais, el zafio, ha hecho un refrito de 'Qué bello es vivir' y 'Cuento de Navidad', aderezado, eso sí, con elevadas dosis de salsa picante. Quizás no pintamos nada, aquí, pero ya que estamos tratemos de hacer que todo funcione un poco mejor.