LA DEFENSA DEL MEDIOAMBIENTE

Nuestro futuro está en juego

Los jóvenes, conscientes de que su presente y futuro está en riesgo, vienen a sacudir nuestras consciencias

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Esther Vivas

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Los más jóvenes se están alzando en defensa de su futuro, y el nuestro. Gracias. Nadie sino ellos parece darse cuenta de que o cambiamos el rumbo de las actuales políticas económicas, energéticas y de consumo o mañana no habrá planeta que nos acoja.

Nuestra precaria vida laboral y social apenas nos permite ver más allá de las facturas por pagar, las tareas domésticas pendientes o todo el trabajo que no llegamos a realizar. Los políticos, por su parte, más interesados en el rédito electoral inmediato, siguen regalando, por un lado, cuantiosas subvenciones a empresas que contaminan, mientras, por el otro, se visten de "sostenibles". Son los jóvenes, conscientes de que su presente y futuro está en juego, quienes vienen a sacudir nuestras consciencias.

Muchos en su momento salimos a la calle, tras la crisis financiera, para gritar que "no somos mercancías en manos de políticos y banqueros". La especulación urbanística, la connivencia público-privada, el desmantelamiento de los servicios públicos, la corrupción sacudieron el tablero político. Sin embargo la crisis económica tiene una vertiente no solo social sino medioambiental, la cual ha quedado parcialmente invisibilizada, pues sus efectos no son inmediatos. Ahora empezamos a darnos cuenta que nos quedamos sin otoños ni primaveras, que la temperatura sube año tras año, que desaparecen variedades agrícolas y ganaderas. Comenzamos a ver un impacto que se acelerará en un futuro inmediato.

Los mismos que promueven un crecimiento cortoplacista y desenfrenado, que rescatan a la banca, que instan al consumo compulsivo, que desperdician por defecto son los mismos que nos conducen a este callejón climático. Nos dicen que no nos preocupemos que allí estará la tecnología para salvarnos, pero el problema no es técnico sino político. Si no abordamos las causas estructurales del cambio climático, pocas opciones tenemos para solucionarlo.

Campaña tras campaña

Campaña publicitaria tras campaña publicitaria, se afirma que la respuesta está en nuestras manos, en reciclar, en hacer un uso consciente del agua y la electricidad. Y claro que hay una parte de responsabilidad individual, pero aquellos que cargan la culpa sobre nuestras espaldas son los mismos que promueven unas políticas insostenibles y apoyan una industria que contamina día sí día también. La solución no es individual sino colectiva.

Por suerte los jóvenes han dicho "ya basta", como lo hicieron en el pasado aquellos que se levantaron contra la globalización neoliberal, como hicieron esos otros que en 2011 indignados salieron a la calle, como han hecho las mujeres este 8 de marzo. Los jóvenes y las mujeres son hoy la punta de lanza de una marea global que apunta al corazón del sistema, ese que se lucra con la vida, ya sea de personas, plantas o animales. El problema no es el clima, "es el capitalismo estúpido", que decía la célebre frase. Es en esta rebelión ecofeminista donde está el futuro, es aquí donde reside la esperanza.