EL CIERRE

Las tendencias de la Champions

Pese a que los ingleses estén dominando esta temporada en Europa, no hay razones para creer que estemos ante un nuevo orden

Cristiano Ronaldo celebra la victoria sobre el Atlético en Champions.

Cristiano Ronaldo celebra la victoria sobre el Atlético en Champions. / periodico

Axel Torres

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Cada vez que más equipos de lo que es habitual procedentes de una liga dominante caen pronto en las competiciones europeas se elaboran grandes teorías para intentar explicar lo que se describe como un cambio de tendencia. De igual modo, si un país que venía rindiendo de forma irregular consigue en un mismo año colar a todos sus representantes en los cuartos de final de la Champions, no faltan argumentos y razones para justificar su nueva posición preponderante. Ocurre ahora con el éxito de la Premier y con una temporada floja de los clubs de La Liga española. Pero antes de entrar a proponer grandes análisis convendría discernir entre tendencias y sumas de casualidades individuales sin relación alguna entre ellas.

Que el Atlético caiga en Turín arrollado por una Juventus agarrada al ímpetu y la determinación de Cristiano Ronaldo no tiene nada que ver con que el Madrid se encuentre en medio de un cambio de ciclo. Bueno, sí se relacionan porque el de Madeira se fue de un equipo, debilitándolo, para reforzar a otro, pero me refiero a que no hay nada estructural ni esencialmente español en las eliminaciones de los dos conjuntos de la capital. Unos pierden por una razón y los otros por otra. Igual que el Sevilla en Praga o el Betis ante el Rennes. 

Más remontadas

Tampoco el fútbol inglés ha modificado nada a nivel federativo o cultural en un año para que podamos hablar de una operación diseñada para acometer una especie de renacimiento colectivo. Los tres equipos que se clasificaron con justicia tienen a los mismos entrenadores que tenían, y el que cambió fue el que ganó de manera milagrosa e inexplicable (el Manchester United). Para hablar de nuevas tendencias deberían haberse manifestado diferencias más bruscas o resultados de este tipo repetidos en el tiempo: o que antes perdieran claramente y ahora ganaran por goleada, o que durante varias campañas consecutivas Inglaterra meta a tres o cuatro representantes en esta ronda que se sorteó este viernes en Nyon. De lo contrario, habrá que pensar que, simplemente, lo único distinto es que en los momentos en los que la moneda se debatía entre un lado u otro en esta ocasión ha salido más veces cara que cruz.

Lo que, en cambio, sí manifiesta una tendencia, es el hecho de que en la Champions se den más remontadas que en las ligas regulares. Lo que en un partido de domingo por la tarde parece visto para sentencia, en una noche de martes o miércoles con himno de balón estrellado representa una oportunidad histórica para la épica. Que no haya un mañana después de la derrota explica que se potencie esa actitud de resistencia y este deseo extremo de supervivencia que expresa el que se encuentra claramente por debajo. En Liga, con 3-0 en contra, lo habitual es pensar que de ese partido no se va a sacar nada y que lo mejor es empezar a pensar en la semana siguiente. En Champions es ahora o nunca y se apura hasta el segundo final, y cualquier gol refuerza el hambre y el convencimiento de que se está en camino de escribir una página increíble en la historia del fútbol.