ANÁLISIS
Trapero: con los Mossos, contra los políticos
Ajuste de cuentas en el juicio del Supremo: el exmayor ha exhibido su enojo con los líderes independentistas por haber dañado el prestigio de la policía catalana
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
El referéndum independentista era "ilegal". La policía catalana avisó al Govern de que los votantes podían oponer "resistencia activa" a los agentes encargados de confiscar urnas y papeletas. Los Mossos estaban tan "incómodos" con el 1-O como el dimisionario 'conseller' Jordi Jané. Las declaraciones de su sucesor en Interior, Joaquim Forn, tenían "un punto de irresponsabilidad". Y el cuerpo tenía un plan para detener al Govern si así se lo ordenaban. Aconsejado por su abogada, el exmayor Josep Lluís Trapero podía haber guardado silencio en el juicio del Tribunal Supremo, procesado como está por los mismos sucesos en la Audiencia Nacional. Tenía también la opción de esquivar las preguntas que comprometieran su estrategia de defensa. Pero prefirió dar la cara ante el tribunal para defender a los Mossos y contar su verdad. Quizá no sea toda, tal vez sí una parte.
Pese a la torpeza del abogado de Vox, Javier Ortega-Smith, y las tablas del abogado Xavier Melero, el astuto presidente del tribunal, Manuel Marchena, facilitó que Trapero resumiera lo que ya tenía declarado: que el 28 de septiembre del 2017 él y la cúpula policial alertaron a Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Forn de que el 1-O podían producirse incidentes graves en los colegios de votación, que los Mossos estaban sujetos a la ley y que el entonces 'president', según detalló en la Audiencia Nacional, lo rechazó invocando el mandato del pueblo para celebrar el referéndum.
EL SINSENTIDO DEL 1-O
Dejó claro Trapero que en distintas ocasiones elevó al poder político el riesgo de enfrentamientos entre la ciudadanía --jaleada por el Govern y los partidos y entidades soberanistas-- y las fuerzas de seguridad. Ahí radicaba el sinsentido del 1-O: quienes promovían una votación prohibida por el Constitucional tenían bajo sus órdenes a los Mossos, obligados a impedirla por orden judicial. Al sostener que los Mossos no se plegaron a los políticos, el exmayor torpedea de paso el cargo por rebelión.
No es preciso participar del infantil 'hooliganismo' que encumbró a Trapero como héroe uniformado del independentismo para reconocer la estima que profesa por el cuerpo que comandó. Sin prejuzgar si sus órdenes tenían por objeto abortar el 1-O o solo fingir que lo intentaba (eso deberá determinarlo la justicia), no le falta razón cuando sostiene que si "dos millones de personas quieren hacer algo" unos miles de policías no pueden impedírselo. Al menos, no de forma pacífica.
La revelación sobre el supuesto plan de los Mossos para detener a Puigdemont y sus 'consellers' tras la DUI DUI y el reproche a Forn -- "dio una imagen que alimentaba algo que no se correspondía con la realidad, y ahora lo estamos pagando"-- ilustran la motivación de Trapero para testificar ante el Supremo: ajustar cuentas con los líderes independentistas, que en su alocada carrera a ninguna parte dejaron maltrecho el prestigio de los Mossos como cuerpo integral de policía.
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