Opinión | Editorial
Soluciones para los 'menas'
Atender e integrar a los menores es una cuestión de derechos humanos, e imprescindible además para preservar la convivencia
La situación de los llamados ‘menas’, menores extranjeros no acompañados, ha adquirido tintes inquietantes en Catalunya conel asalto violento de 25 encapuchados a un centro que les acogía en Castelldefels el pasado sábado, seguido de otra concentración el domingo. El pasado miércoles, un hombre armado con un cuchillo había asaltado otro centro en Canet. Los ataques son delitos de odio que deben ser condenados como tales. También resulta obligado exigir soluciones que aborden la problemática de acogida en toda su complejidad.
La creciente llegada de ‘menas’ ha desbordado a la Generalitat, que ya arrastraba graves deficiencias en el cuidado de los menores que tutela. Sus obligaciones no se limitan al darles un techo sino que incluye la formación, orientación y control de su integración en el entorno en el que aterrizan. La idiosincrasia de los jóvenes añade complejidad a la acogida. Los recién llegados arrastran un pasado de miseria y unas expectativas de futuro que muy poco tienen que ver con la realidad. Solo quieren trabajar y ganar dinero, pero carecen de la formación y la situación legal necesaria para cumplir su sueño. Se han enfrentado a múltiples dificultades para llegar, se sienten maduros e independientes, pero solo suman vulnerabilidades. La frustración es intensa, y los problemas se multiplican cuando alcanzan la mayoría de edad. Sin permiso de trabajo, la delincuencia o la explotación parecen las únicas salidas. Una bomba de relojería para la convivencia.
Pocos de los requisitos fundamentales para su integración se han cumplido, y menos de forma coordinada por parte de las distintas administraciones. Empezando, en primer lugar, por la que asume su tutela, pasando por las responsables o corresponsables de mantener la convivencia en las calles, facilitar centros de acogida o crear un marco legal haga posible su integración laboral. Son demasiados los parches que se han ido sucediendo. La sensación de vivir al margen de la sociedad solo dificulta su integración y crear las condiciones para que una parte de ellos pueda derivar en comportamientos que a su vez sirvan de alimento a los discursos xenófobos. Es responsabilidad de la Administración atender y proteger a los menores. Es una cuestión básica de derechos humanos pero, también, imprescindible para preservar la convivencia y evitar alentar a la ultraderecha.
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