Al contrataque

La coalición Sánchez-PSOE

En el conglomerado socialista hoy coexisten dos bloques: las bases (que auparon a Sánchez al liderazgo) y las alturas, que es cómo podríamos denominar a la vieja guardia felipista-guerrista, ahora atrincherada detrás de algunas baronías

Pedro Sánchez, este domingo, en un acto en Santander.

Pedro Sánchez, este domingo, en un acto en Santander. / PEDRO PUENTE HOYOS

Antonio Franco

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Creo que quienes difunden que los sondeos atribuyen bastante diferencia a favor del PSOE cara a las próximas elecciones generales no explican suficientemente bien las cosas. Si se hace un esfuerzo para precisar lo que están respondiendo los encuestados queda patente que lo que encabeza los pronósticos es más bien el apoyo a una coalición formada por un lado por Pedro Sánchez (y sus posibles votantes que no militan en el partido) y por otro el PSOE. O, mejor dicho, los dos PSOE. En el conglomerado socialista hoy coexisten dos bloques: las bases militantes (que fueron las que auparon a Sánchez al liderazgo del partido) y las alturas, que es cómo podríamos denominar a la vieja guardia felipista-guerrista ahora atrincherada detrás de algunas baronías de la formación después de perder su pulso con el todavía presidente del Gobierno.

La puntualización es importante. Esas alturas ni siquiera disimulan que únicamente soportan -ante sus éxitos no tienen más remedio- a Pedro Sánchez,  pero no le quieren. Tampoco ocultan que preferirían a la derrotada Susana Díaz. Fingen una obediencia institucional  -aunque mínima, de salón- a quien manda legítimamente en el partido. Pero les consuela que aunque quien gobierna no sea su hombre las siglas del PSOE hayan conseguido tomar las riendas de la Moncloa. Con todo, ahora se sienten desbordados por el respaldo de las franjas no socialistas que simpatizan con la actitud conciliadora de Sánchez en relación a Catalunya. Porque solo el PSOE 'sanchista' busca una solución política del problema catalán. Solo esa parte del partido cree que el pacto para echar a Mariano Rajoy no incluía contrapartidas traidoras a los independentistas, tal como se ha demostrado al final al no aprobarse los Presupuestos españoles por no ceder los 'sanchistas' en relación a ninguna duda sobre la unidad española.

Aunque Sánchez haya dejado muy claro que su flexibilidad nunca comportará la independencia de nadie las alturas del viejo PSOE son tan maliciosas como Alfonso Guerra. De este, en un programa de Jordi Évole se pudo deducir que su máxima ilusión sería que en las próximas elecciones los votantes pro-Sánchez no socialistas le diesen la victoria a una candidatura del PSOE...  sin Sánchez. Un verdadero embrollo, claro. Y con final incierto, porque, por ejemplo, en estas próximas generales la mayoría del voto socialista que se producirá en Catalunya previsiblemente querrá respaldar las ideas posibilistas y el talante conciliador de Sánchez, mientras en otras autonomías habrá electores con la misma papeleta dando apoyo a barones que defienden actitudes muy próximas a las que encarnan Rivera, Casado y Vox sobre el tema catalán. Si todo es muy complejo el dilema socialista ante la coalición Sánchez-PSOE todavía lo es más.