Las relaciones económicas con el exterior

Modelo productivo y vientos de cara

Las exportaciones de bienes aumentaron un 6,5% anual, muy inferior al 8,9% de las importaciones y, con ello, el déficit comercial con el resto del mundo creció un elevado 25%

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ilustracion de leonard beard / periodico

Josep Oliver Alonso

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Hace unas semanas, comentando el crecimiento español, indicaba que los vientos de cola que nos habían impulsado comenzaban a flaquear. Hoy tenemos nueva información, más coyuntural pero igualmente relevante. Y, entre la aparecida, merecen un comentario el frenazo industrial y el incremento del déficit de la balanza de bienes.

Vaya por delante que se trata de un asunto no menor. España continúa muy endeudada en los mercados internacionales, con una deuda en el entorno del 85% del PIB, un indicador que informa sobre la solvencia exterior del país dado que, tarde o temprano, hay que devolverla. Por ello, cuanto menor, mejor para todos. Además, y para evitar sobresaltos como los de la crisis, la necesidad de recortar drásticamente esos pasivos es muy notable. De hecho, la Comisión Europea sitúa en el 35% del PIB el límite máximo del endeudamiento exterior, con lo que nos queda un largo trecho por recorrer y, dado que el ratio deuda/PIB solo puede reducirse bien con incrementos del PIB bien con mejoras del saldo exterior, conviene prestar particular atención a lo que sucede con este último.

Relaciones exteriores con superávits

En los ejercicios 2013-18 España ha saldado sus relaciones exteriores con superávits. No muy elevados, todo hay que decirlo (del orden del 1,5% del PIB en promedio), pero superávits al fin y al cabo. Gran éxito para un país acostumbrado a los déficits exteriores y que ha conseguido el más dilatado período con excedentes en las relaciones con el resto del mundo. Con ello hemos conseguido reducir la deuda neta externa unos 15 puntos, desde los máximos cercanos al 100% del PIB de principios de 2015.

Esta mejora ha reflejado comportamientos muy dispares de las distintas balanzas en las que se expresan nuestras relaciones con el exterior. Entre otros, la ampliación del superávit turístico, el pasar del déficit al superávit en la de servicios no turísticos o la disminución del saldo negativo en la de rentas. Pero el cambio más relevante ha sido la reducción del déficit energético y la aparición de superávits en la balanza de bienes no energéticos. Así, en el 2010-14, las exportaciones de mercancías aumentaron un 6,6% anual, sensiblemente por encima del 2,7% de las compras al exterior reflejando, entre otros rubros, el avance de las ventas al exterior de vehículos y sus componentes, unas exportaciones que en los últimos seis años aumentaron más del 30%.

Justamente porque la balanza de mercancías acaba definiendo el signo final de nuestros intercambios con el resto del mundo es tan importante lo observado en los últimos meses. Porque es en esta balanza donde las cosas están cambiando, y no a mejor precisamente, ya que las compras están aumentando más rápidamente que las ventas. De hecho, en el pasado enero las cifras del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo indican un manifiesto empeoramiento del saldo comercial: las exportaciones de bienes aumentaron un 6,5% anual, un registro muy inferior al 8,9% de las importaciones y, con ello, el déficit comercial con el resto del mundo creció un elevado 25%.

¿Qué está sucediendo? Pues que el sector exterior español está estrechamente entrelazado, en particular, con la dinámica de AlemaniaFranciaItalia Gran Bretaña; y, en estos países, así como en el resto de la UE, se dejan sentir los gélidos vientos que provocan las incertidumbres sobre el comercio de un posible 'hard brexit' o las generadas por el frenazo de Alemania y China o la política de Trump de 'America first'. Por ello no ha de sorprender que junto a la caída de las exportaciones de mercancías (en enero se redujeron un -1,5%), la producción industrial también haya entrado en números rojos (el IPI de diciembre cayó un -4,2%).

Esperanzas de mejora

Pero no todo son malas noticias: la actividad comercial en Alemania ha mejorado en enero más intensamente de lo esperado mientras que, en febrero, la producción industrial en China se ha recuperado sensiblemente. Y dada la estrecha relación entre la industria alemana y la situación china, los últimos datos permiten abrigar esperanzas de mejora, que se reforzarían si, finalmente, termina la guerra comercial con los EEUU y el 'brexit' se dulcifica o se aplaza.

Esperemos que el comercio global, China y Alemania recuperen su vigor y que el frenazo en exportaciones y producción industrial sea transitorio, de forma que pronto veamos ritmos de crecimiento positivos en ambas. Y que el modelo productivo más industrial y más exportador por el que siempre suspiramos, y que parecía haberse consolidado los últimos años, no haya sido un espejismo. Nos va en ello el futuro.