Análisis

Puestos de trabajo, faltan y sobran a la vez

No hay que esforzarse mucho para conocer cuáles son los trabajos que se necesitan y cuáles no volverán nunca más

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Josep-Francesc Valls

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Vivimos instalados en una paradoja. Numerosos parados, más de la cuenta, no hallan ubicación laboral, mientras muchas empresas se desesperan porque no encuentran los perfiles que necesitan. El desajuste entre la formación que poseen las personas y lo que requiere la producción real alcanza un coste social y económico extraordinario. La frustración de muchos, el desperdicio de esfuerzos y de recursos, y los flujos migratorios desordenados son algunas de las más evidentes consecuencias.

La revolución industrial no nació para resolver la ocupación de la población, pero su desarrollo exitoso a lo largo de dos siglos largos se acabó asociando al pleno empleo. Cuantas más personas trabajan, mayor rentabilidad para las empresas, y mayor riqueza general. En los estertores de esa revolución, el bien más preciado, el puesto de trabajo, muestra signos de grave agotamiento. Una vez se ha instalado la digitalización, no sirven las viejas competencias, los viejos valores, los viejos estilos. La transformación digital requiere, por el contrario, el manejo de los instrumentos y estrategias tecnológicas y una actitud distinta ante el trabajo. La empleabilidad actual ya no tiene nada que ver con la anterior.

¿Por qué el talento que buscan las empresas resulta tan escaso? Porque una parte importante de la estructura curricular de nuestros chicos y chicas, de la formación profesional, de la universidad, de la formación continuada siguen diseñados pensando en el pasado. 

Unos se adelantan y otros frenan y llegan tarde y mal. Es cuestión de posicionarse ante la innovación. Hay que poseer una actitud prospectiva, identificar el futuro, adelantarse a él, capturar las oportunidades (Compitiendo por el futuro, Hammel, Prahalad, 1998). 12 años después de la tardía implantación del Plan Bolonia en España, por ejemplo, muchos centros docentes siguen formando como antes. Aquellos que hicieron los deberes y se aprestaron antes del 2007 se adelantaron al futuro. Ahora con la digitalización ocurre tres cuartos de lo mismo. Los próximos 20 o 30 años y en adelante serán digitales.

Las sociedades capitalistas han avanzado extraordinariamente en los aspectos de la planificación estratégica. Tanto en el interior de las empresas, como, desde Keynes, a nivel público. Pero el horizonte temporal, excepto en obra pública, no supera en la mayoría de situaciones los cinco o siete años en las compañías, o los cuatro de la legislatura, en el caso de las administraciones públicas.

A pesar de los avances, seguimos confinando la prospectiva al lado de la ficción, de las predicciones proféticas. De haberle otorgado el liderazgo, hoy nuestros centros docentes estarían formando a la generación mejor preparada de la historia… adaptada a la era digital. No hay que esforzarse mucho para conocer cuáles son los trabajos que se necesitan y cuáles no volverán nunca más.