Director de 'Roma'
El linchamiento de Cuarón
Se ha abierto la veda de manera agresiva contra el director de 'Roma'
Ramón de España
Periodista
Ramón de España
Por si todavía no se han percatado, les informo de que se ha abierto la veda del Cuarón. Tras una larga etapa de silencio en que los 'haters' de turno se mantenían callados ante el reconocimiento general de la película 'Roma', del mexicano Alfonso Cuarón, diarios digitales y redes sociales se han llenado de gente que no soporta el largometraje en cuestión y lo verbaliza de manera extremadamente agresiva, centrándose por lo general en lo que se han aburrido y en el coñazo inmenso, supuestamente sensible, que les ha parecido la cosa.
Hasta ahí, no tengo nada que objetar, ya que el aburrimiento es un sentimiento personal e intransferible. Yo mismo abandoné 'Black Panther', que se supone que es una película entretenidísima, a los veinte minutos, convencido de que Hollywood me estaba endilgando otra birria de súper héroes disfrazada de homenaje al 'black power' y fomento del empoderamiento entre la población negra de los Estados Unidos. Los que ya me tienen frito son los que, además, de aburrirse, insisten en que 'Roma' es la película clasista de un señorito mexicano de buena familia que observa de modo paternalista y reaccionario a la clase obrera, representada en este caso por una india mixteca que ejerce de sirvienta en la casa de unos burgueses del DF. Parece que el señor Cuarón es culpable de ser un chico de buena familia y de tener una cara de español de cuando la Conquista que tira de espaldas. O sea, que bajo ese aspecto de cineasta sensible hay un enemigo del pueblo.
Yo no vi paternalismo por ninguna parte en 'Roma'. Reconozco que es una obra de combustión lenta y que su media hora inicial es algo morosa, pero la espera obtiene aquí su recompensa y uno llega al final conmovido por ese retrato fatalista en paralelo de las desventuras de los señoritos y el servicio, seres humanos todos ellos. Es esa mirada a lo Maupassant la que otorga su fuerza a 'Roma', pero va corriendo la voz de que la película es un ladrillo pretencioso e hipócrita. Y encima, la produce Netflix, que, como todos sabemos, es el gran Satán del cine contemporáneo al que hay que echar de los festivales para no ofender a los exquisitos (ni a los exhibidores, que van a tener que convivir con el 'streaming' se pongan como se pongan). A todos nos gusta lo que nos gusta, pero, por favor, que me ahorren la moralina barata.
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