Análisis

Ganadores a la defensiva

Quizá no vayan desencaminados quienes intuyen que las sentencias pueden depender tanto o más del resultado de las generales que del desarrollo de las sesiones

Diego Perez de los Cobos

Diego Perez de los Cobos / periodico

Xavier Bru de Sala

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Que el Estado es el ganador del intento de alcanzar la independencia en otoño del 2017, o que por lo menos tiene plena conciencia de ello, está fuera de toda duda. Catalunya continúa formando parte de España y las autoridades autonómicas, digan lo que digan, mantengan de cara a la opinión la actitud que mantengan, se someten más que nunca en los últimos años al cumplimiento estricto de la ley. El juicio a los líderes del 'procés' es una advertencia que tienen muy en cuenta.

Ahora bien, dentro de los organismos del Estado existe división de opiniones sobre el alcance de la victoria, y por tanto del escarmiento que más conviene. La divergencia proviene de la conciencia, más o menos difusa en Madrid, de que el juicio no cierra el conflicto. Con más exactitud, concluye una etapa, la del partido de ida, pero es posible que contribuya a determinar las condiciones y el alcance del partido de vuelta. Un exceso digamos de rigor en las condenas podría satisfacer las ansias de muchos de los partidarios de un castigo ejemplar, pero al mismo tiempo podría agravar la situación y favorecer unas claras mayorías independentistas en las urnas que hasta ahora no se han producido. De aquí que los perdedores, es decir los encausados, hayan decidido pasar a la ofensiva aunque les pueda perjudicar en las sentencias. De aquí que los ganadores, empezando por el presidente del tribuna, Manuel Marchena, se mantengan a la defensiva.

Siempre excesivo en las formas, se trate de lo que se trate, el antiguo delegado del Gobierno, Enric Millo, comenzó arrogante y al ataque, pero a final se quedó sin palabras y tuvo que ser auxiliado por el presidente del tribunal casi a cada no respuesta que daba a los abogados de la defensa. Los otros testigos de este martes, altos cargos del Estado, se limitaron a cumplir su papel con diligencia y sin estridencias. A diferencia del extralimitado Millo, ellos no son los encargados de elaborado el relato, sino como mucho de subrayarlo. Juan Antonio Puigserver, uno de los responsables del Ministerio del Interior en aquellas fechas, pasó de puntillas por la sala como si no se quisiera mojar. Diego Pérez de los Cobos ratificó las acusaciones con frialdad funcionarial.

Aunque queden muchas sesiones del juicio por delante, los parámetros de la fiscalía, los acusados, las defensas y el presidente del tribunal han sido fijados y nada conduce a pensar que se vayan mover un milímetro de unos planteamientos ya consolidados. Rumbo rectilíneo y velocidad inalterable de crucero. Quizá no vayan del todo equivocados quienes intuyen que las sentencias pueden tener un componente político. Pueden depender tanto o más del resultado de las próximas elecciones generales -y del clima social y político que puedan contribuir o no a generar- que del desarrollo de las sesiones. Si el tripartito de derechas no obtiene, como es previsible, la mayoría absoluta en el Congreso, puede haber alguna sorpresa, en forma de sentencia menor a Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, e incluso alguna concesión de libertad provisional a Oriol Junqueras y alguien más a la espera de la sentencia. Ambivalencia para desconcertar y para dividir.