Análisis

Entre refugiados y criminales

Es muy grave que las políticas de inmigración y las fronteras acaben en manos de redes criminales apoyadas por estados

refugiados en lesbos

refugiados en lesbos / periodico

Rafael Vilasanjuan

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Cuando la guerra en Siria dejó de tener un horizonte cierto y los refugiados de aquel conflicto empezaron a buscar en Europa un lugar donde salvar sus vidas, el continente se dividió en dos mitades: una liderada por Angela Merkel, que apelaba a la obligación de acoger y apoyar a los que venían, y otra que encabezaba el primer ministro húngaro Victor Orban, que calificó a los que huían como "invasores islámicos". Cuatro años después esta segunda visión ha ganado y se ha extendido sin miramientos por todo el continente, sin que ya nadie defienda lo contrario.

No importa que en cada uno de los refugiados haya un ser humano, muchas de ellos mujeres y menores, que van quedando por el camino; no importa la obligación de dar asilo al que teme por su vida y busca un lugar seguro; no importa que mueran en el mar, como no importa tampoco que ya no queden barcos que salgan para intentar evitar esa catástrofe humanitaria que alimenta con cadáveres las entrañas del Mediterráneo ¿Por qué iba a importar que queden periodistas que puedan dar testimonio de lo que está ocurriendo? Que nadie vea lo que pasa, especialmente cuando los que llegaron son tratados aquí con otra dosis de violencia, después de haber vivido un infierno por el que tuvieron que dejar sus casas, sus familias y sus trabajos.

La nueva Europa

Bienvenidos a la nueva Europa. El lugar del mundo donde se inventó el concepto de asilo, una palabra acuñada en la Grecia clásica para garantizar un lugar seguro a los perseguidos, ha olvidado sus orígenes. El continente de los derechos y libertades, el mayor espacio democrático del planeta no solo deporta a los que buscan protección, sino que es capaz de robarles y entregarlos de vuelta con total impunidad a un infierno peor. No es solo un problema griegola actitud criminal con la que se está devolviendo ilegalmente a refugiados sirios al otro lado de la frontera nos apela a todos.

Sabíamos que nuestros impuestos se gastan en financiar vallas, en cerrar a inmigrantes y refugiados en campos de los que no puede salir: unas políticas que hacen que las víctimas lo sean no solo del conflicto del que huyen, sino también de la hostilidad de los países que deberían acogerles y darles protección. Sabíamos incluso que los miles de millones de euros entregados a Turquía y a los guardacostas libios para que mantengan cerradas sus fronteras y no los dejen salir, acaban en manos de traficantes que dominan el tráfico humano, controlan los flujos y acaban esclavizando a unos refugiados que no pueden ni volver a sus países ni salir adelante.

Sabíamos que todo eso ocurre en Libia, en Turquía o en Marruecos, pero ahora todo eso ocurre también en el interior de nuestras fronteras, implicando a representantes de los poderes públicos que actúan con impunidad. Los refugiados plantean un reto, pero en la respuesta que Europa está dando, empieza a ser mucho mas grave que las políticas de inmigración y las fronteras acaben en manos de redes criminales apoyadas por los estados.