Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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El desprecio a la cultura es el desprecio a las mujeres

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«La fiscalía pide tres años de cárcel para Cristina Cifuentes por haber hecho lo mismo que Pablo Casado. ¿Y a Pablo Casado que le piden? Piden el voto y cuatro años en la Moncloa».

Este chiste, leído en Twitter, omite contar que Pablo Casado presume de haber aprobado de golpe 12 asignaturas en seis meses, tras ser elegido diputado.

El pasado trimestre yo conseguí aprobar seis asignaturas en un semestre, a la vez que trabajaba y cuidaba de mi hija. Fue una locura. Perdí casi seis kilos. Casi no salía, ni tenía vida social. En las pruebas del WAIS, el test de inteligencia para adultos, yo di una puntuación excepcional en memoria. Es decir, Casado tenía que haber sido Einstein para conseguir el doble de lo que yo conseguí. Y, sinceramente, no lo aparenta.

Ahora sigamos con esta tolerancia que mostramos hacia los hombres y en particular hacia el señor Casado. Nos da completamente igual que le hayan regalado un máster y, al parecer, media carrera por la cara. Nos da igual que el trabajo de fin de máster no aparezca por ningún lado. Que solo tuviera que hacer cuatro asignaturas, y sin exámenes, con trabajos (trabajos que, por cierto, nadie ha visto). Que le convalidaran 18. Todo nos parece bien. Es un chico, es un chico de buena familia, estas cosas pasan.

Yo estoy estudiando una carrera. En una universidad. Tuve que hacer un trabajo en un grupo. El trabajo lo hice yo solita. Mis compañeros hicieron algo, no lo niego. Pero los textos, todos, de la 'a' la 'z', fueron míos, así como la investigación para crearlos. 30 páginas de nada, el equivalente a un trabajo de fin de grado, más la defensa. De repente, el profesor decide que los textos se redactaron «colaborativamente». Esto supone no una simple irregularidad, sino un delito. El artículo número 5 de la Ley de Propiedad Intelectual dice que «los estudiantes, como propietarios de una obra inédita, poseen todos los derechos legales, morales y patrimoniales sobre la misma». Pero es que también el real decreto 1791/2010 del Estatuto del Estudiante Universitario regula estos derechos.

Nos parece
normal que a
Cifuentes le
pidan tres años
por el asunto 
del máster y
a Casado no,
porque
seguimos
siendo un país
machista

Curiosamente, cuando cuento esta historia me llegan un montón de historias parecidas. Y qué curioso, las damnificadas son siempre mujeres. Si somos mujeres mayores, es más fácil que vayan a por nosotras. Nos conceptúan como idiotas. La gran mayoría no tiene recursos o dinero para iniciar una demanda, o no sabe siquiera que puede hacerlo. O tiene miedo, porque les amenazan directamente con «jamás aprobarás esta carrera».  En un caso una alumna consiguió demostrar que su director de tesis le había plagiado la misma en un artículo publicado en una revista universitaria, pero solo después de que la alumna abandonara la primera universidad y se fuera a otra.

Lo curioso es que esta universidad que me acaba de robar a mí la propiedad intelectual con el mayor de los descaros imparte, con el mayor de los descaros también, un curso de propiedad intelectual.

En cualquier caso, lo que se demuestra es que, en nuestro país, nos parece bien elegir como candidato a presidente a un señor al que le han regalado el máster y la carrera porque despreciamos la propiedad intelectual, el trabajo y el esfuerzo. Nos parece normal que a Cifuentes le pidan tres años y a Casado no, porque seguimos siendo un país machista en que a las mujeres se les exige más que a los hombres. Nos parece normal que frente a una candidata como Sáenz de Santamaría con una carrera de verdad, con excelentes calificaciones, y un currículum incuestionable, el partido se quede con un señor que no se sabe cómo se sacó la carrera. Porque la cultura, la propiedad intelectual, la aplicación y el estudio nos importan un comino. Nos parece normal que Casado pacte con un partido que pretende derogar la ley de violencia de género, por la misma razón por la que se quitaron de en medio a Sáenz de Santamaría. Nos parece normal que una cadena de televisión haya convocado a un gran debate electoral a PSOE, PP, Ciudadanos, Podemos y Vox de cara a las próximas generales, y que todos los rostros sean hombres, y que se convoque a Santiago Abascal, un hombre  cuyo partido incluye en su programa medidas tan poco democráticas como la propuesta de que desaparezca el Tribunal Constitucional, pero que no se convoque a Silvia Barquero, presidenta de Pacma, el único partido que presenta una candidata mujer, pese a que en encuestas a nivel nacional la intención de voto de Pacma iguale a la de Vox.

Nos parece normal.

Lo normal, señoros, no siempre es lo sano.