Análisis

¿Y tú cuánto cobras?

A una semana de un nuevo 8-M imprescindible, no nos podemos permitir propuestas sin más recorrido real que el que da una cita electoral... El objetivo solo es uno y no vamos a dejar de exigirlo: a igual trabajo, igual salario

La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo

La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo / periodico

Olga Ruiz

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si hay una pregunta tabú en cualquier entorno laboral, es justamente la que da título a este artículo. Nadie se imagina inquiriendo directamente a un compañero cuánto cobra, de la misma forma que tampoco somos muy dados a hacer público cuánto cobramos  nosotros. Esta especie de recoveco oscuro -del ya de por sí complejo mundo empresarial-  siempre me ha parecido un generador de toxicidad en potencia, un ambientador fétido que acaba atufando un ambiente en el que nos pasamos -como poco- ocho horas de nuestro día.

Pero una cosa es que no nos lo preguntemos directamente y otra-muy diferente- que no elucubremos, conjeturemos y hasta inventemos el salario ajeno, con el consiguiente cabreo que nuestra suposición nos produce, al proyectarlo incomprensiblemente mejor que el nuestro.

Disfrazamos de una intimidad absurda o una educación heredada, nuestro recelo a la hora de verbalizar con nuestros compañeros lo que cobramos, pero ¿por qué alguien seguro de merecer el importe de su nómina lo ocultaría? Solo se me ocurren dos respuestas: que no tenga tan claro que  la retribución tenga que ver con sus méritos laborales o que sepa que cobra  un montante mayor que su compañera de mesa, de departamento o de proyecto simplemente por ser hombre. Es tan ridículo que debe dar vergüenza reconocerlo.

En el último Consejo de Ministros de esta convulsa legislatura, el Gobierno ha aprobado un decreto ley contra las desigualdades entre hombres y mujeres en el ámbito laboral. Son tantos los ámbitos de desigualdad que hay que abarcarlos de forma compartimentada.

La cuestión es que las trabajadoras ya nos nos quedaremos con la mera sospecha de que en nuestra empresa nos penaliza ser mujer, ahora podremos confirmarlo, el Gobierno va a obligar a las empresas de más de 50 trabajadores y trabajadoras a hacer públicas las tablas salariales. La falta de buena voluntad de los empresarios de este país en materia de igualdad vuelve a hacerse evidente con esta medida, porque no parece que haya demasiada intención por su parte de <strong>acabar con la brecha salarial,</strong> a no ser que les obliguen, quién sabe si algún día su trabajadores y trabajadoras sepamos a qué se debe tanta obstinación.

El decreto ley, anunciado por la todavía vicepresidenta Carmen Calvo, es imprescindible para acabar con la brecha de la vergüenza, la que nos indica según datos de Naciones Unidas que las mujeres el mundo cobramos de media un 23% menos que los hombres.

Ahora bastará con pedir una consulta de las tablas salariales a través de nuestra representación sindical o de forma personal para  conocer la retribución del resto de los trabajadores y trabajadoras y a partir de ahí… El Gobierno asegura una protección jurídica que no se sabe muy bien en qué consistirá ni que efectos reales tendrá.

A solo una semana de un nuevo 8 de marzo imprescindible, no nos podemos permitir propuestas sin más recorrido real que el que da una cita electoral. Ni nos lo podemos permitir, ni nos lo merecemos. El objetivo solo es uno y no vamos a dejar de exigirlo: a igual trabajo, igual salario.