Consumo cultural

El fin de una era

El cine quedará como un lugar retro al que iremos los nostálgicos con nuestros nietos. Ellos alucinarán con el ritual

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Imma Sust

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Queda poco para que llegue a Barcelona la exposición 'Meet Vincent Van Gogh Experience'. El museo del futuro. Parece que ya no somos capaces de mirar un cuadro y punto. Necesitamos que el cuadro se mueva, nos hable y nos diga cosas. En la expo del futuro no miraremos arte, el arte nos mirara a nosotros. El Museo del Prado tiene que tomar nota, porque como no nos reciban 'las meninas' con un gintónic en la puerta, en diez años nadie va a querer entrar.

Hace tiempo que vemos cómo se desvanece el arte, sobre todo el séptimo, el del cine. No les hablo de las películas, que cada vez tienen mayor calidad. Les hablo del ritual de ir al cine. Por suerte en Barcelona tenemos la sala más antigua del mundo que a la vez es el última que ha abierto. Sí, les hablo de la Sala Phenomena. Si no han ido nunca, ya tardan. Esta semana reponen 'Sonrisas y lágrimas', loca estoy por ver esa maravilla en un cine de verdad.  Tengo las entradas desde hace más de una semana y las guardo como si fueran oro. Creo que en esto se va a convertir el cine del futuro. Vamos a ir a allí, como el que va a Disneylandia. Porque no habrá ni un solo cine en Barcelona, pero quedará esta maravilla de lugar. Todo el mundo verá las películas en sus casas con sus plataformas de televisión, pero de repente un día dirás: "¿Hacemos un cine?". Y será maravilloso. Iremos al Phenomena, que es un cine que huele a cine, se abrirán las cortinas, el público aplaudirá y disfrutaremos de películas antiguas que se tienen que ver en el cine.

Las novedades se estrenaran en Netflix, como 'Roma'. El cine quedará como un lugar retro al que iremos los nostálgicos con nuestros nietos. Ellos alucinarán con el ritual. Les contaremos que íbamos allí una vez a la semana y a veces incluso dos. Que existían unos premios que se llamaban Oscar. Veremos 'Cantando bajo la lluvia' o 'Siete novias para siete hermanos' y les hablaremos de su director, Stanley Donen. Y del día en que el cine murió. Fue el día en que en la Gala de los Oscar se olvidaron de él.