Análisis

Lucha contra la explotación laboral en la industria electrónica

La llamada `ley de esclavitud¿, aprobada el pasado diciembre en Hungría, supone un giro definitivo en la regresión en materia de derechos laborales

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Laia Fargas Fursa y Jofre Güell

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La mayor parte de la producción de la industria electrónica se concentra en Asia, aun así también hay manufactura en el centro de Europa, en países como Hungría o la República Checa. La industria electrónica es el segundo sector en crecimiento económico en Hungría con un volumen de 12.000 millones de euros en el 2018. Foxconn y Samsung, algunas de las empresas fabricantes más importantes del sector, tienen plantas y Flex es una de las ocho empresas más grandes del país. El Mobile Social Congress que se hace el 26 y 27 de febrero en el Pati Manning de Barcelona invita a dos ponentes, Robert Fidrich de Hungría y la investigadora británica Hannah Schling, para abordar la situación de regresión en materia de derechos laborales en ambos países.

La llamada ‘ley de esclavitud’, aprobada el pasado diciembre en Hungría, supone un giro definitivo en la regresión en materia de derechos laborales de la última década en el país. Ha revitalizado la movilización de los sindicatos húngaros y ha impulsado algunas de las manifestaciones más grandes de los últimos años. La amenaza a la negociación colectiva, mediante la facilitación de acuerdos individuales entre empresas y trabajadores para negociar hasta 400 horas extraordinarias al año y que puede convertirse en una forma de trabajo forzoso, es una de las principales demandas sindicales. Hasta ahora la capacidad de presión del movimiento sindical mantiene el pulso y la implementación de la ley se encuentra paralizada para las empresas multinacionales.

Estas multinacionales a menudo no cumplen ni con la legislación estatal ni con los códigos de buena conducta para empresas proveedoras. Según un informe de Electronics Watch sobre la planta de Foxconn en Pardubice (República Checa), esto incluye agencias de trabajo temporal ocultas como subcontratistas. Las empresas que subcontrata Foxconn, contratan a su vez a las personas trabajadoras con salarios diferenciales y contratos temporales, y hacen que las condiciones de trabajo sean aún más precarias. El informe destaca que las personas trabajadoras indirectos realizan jornadas laborales extenuantes de 12 horas que en algunos casos sobrepasan el límite legal checo de 48 por semana, horarios variables e inseguros o la no recepción de nóminas con toda la información requerida legalmente sobre salarios brutos y deducciones.

Destaca el número creciente de trabajadoras provenientes de Mongolia, contratadas directamente por Foxconn con el argumento discriminatorio de que son más disciplinadas y productivas. Estas trabajadoras migrantes están en una situación de mayor vulnerabilidad ya que su residencia legal está vinculada a su contrato de trabajo con Foxconn. Además, se enfrentan a barreras lingüísticas y la discriminación en el mercado de la vivienda, lo que hace que sea difícil acceder a alternativas que no sean los dormitorios que ofrece la empresa. Finalmente, a algunas trabajadoras se las presionó que no podían quedarse embarazadas o ponerse enfermas durante el primer año. La explotación laboral de la industria global no conoce fronteras.

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