El personaje

Los abrazos de Jordi Cuixart

Siempre pregunta por los demás, nunca quiere ser el centro

Jordi Cuixart, durante su declaración en el juicio del 'procés'

Jordi Cuixart, durante su declaración en el juicio del 'procés' / periodico

Ricard Ustrell

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Siento hacerme pesado, pero cuando uno se enamora no puede evitarlo. Hay una especie de necesidad constante de repetir las cosas. Y a mí lo que me pasa es que amo a Jordi Cuixart, su forma y su firma, sus palabras y sus manos, las que trabajan para dar la bienvenida a todos, vengan de donde vengan y piensen como piensen.

La última vez que lo vi fue en la cárcel de Lledoners. Se movía por todos lados en los locutorios, sonreía extensamente, como hemos visto estas dos últimas semanas en el juicio. Tejía, ya de lejos, el sentido común que desearías en tantas circunstancias de tu propia vida. Cuixart es un deseo honesto, un animal político que trae vida en los ojos. Explicaba pocas cosas de él. Preguntó mucho por mí, y por todos los de mi entorno. Incluso hubo un momento en que me recordó el último verano que pasamos en Menorca, comiendo calamares a la romana, su plato preferido. Porqué Cuixart siempre es el otro. Nunca centro, siempre periferia.

Le echo de menos. Y aún más leyendo las preguntas y respuestas del libro que se publicará este miércoles, 'Tres días en la cárcel', en el que Cuixart mantiene una conversación con Gemma Nierga. La periodista ha sabido, como siempre, sacarle partido al cuixartismo. Explica a la perfección su máxima: nunca contradecir al otro.

Mientras lo leía me venian ganas de ponerle su voz, de escucharlo de nuevo. Tenía ganas de escuchar su declaración en el Supremo, pero también de tocarlo y abrazarlo. Porque si algo enamora de Cuixart son sus abrazos. Jordi es de esos hombres que saben hacerlo. Y cuando te lo encontrabas de lejos por la calle, lo ibas a buscar rápidamente porque entre sus brazos te reconfortaba una especie de calor hacia una vida más limpia, justa y confiada.

Cómo se lo diría... Jordi Cuixart es, de todos los hombres a los que amo, el que más rabia me da no poder compartir. Es el hombre que, cuando Nierga le pregunta si valora más la belleza o la inteligencia, responde 'belleza' porque sabe que en lo bello hay vida, inteligencia.