análisis

Cómplices de la confusión

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Sònia Gelmà

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¿Es penalti una patada al aire? La lógica y el reglamento dicen que no. Vista la repetición de la jugada de Doukouré, cuesta encontrar a alguien que pueda defender que hay penalti sobre Casemiro. Pero una toma en la cual se intuye un leve roce sirvió de coartada para mantener la decisión del árbitro. ¿Por qué? Porque esa es la última instrucción que han recibido los árbitros, intervenir lo menos posible. Hay un mínimo contacto. Y, por lo tanto, la jugada pasa a ser interpretable. Y, por lo tanto, el señor del VAR queda amparado para no corregir a su compañero. No es penalti, pero se puede dar por válido, sin ni siquiera darle la oportunidad de volver a verlo. Hasta ahí llega el nivel de lo absurdo, al punto en que el protocolo se lleva por delante el sentido común.

El VAR ha ido variando y ajustando criterios bajo una fuerte presión mediática —alimentada por los clubs, nadie está exento de responsabilidad— hasta que sus ejecutores se han acabado mareando. Pero el criterio errático del VAR ha sido una excusa perfecta para tapar otras carencias de ese mismo club que ahora calla como si la historia no fuera con él, como si no fuera cómplice de la confusión.

Peligroso bumerán

La queja arbitral suele volver como un bumerán, y eso es lo que le pasa ahora a un Madrid desmemoriado. El error en un penalti sobre Vinicius fue el detonante de un huracán de críticas hacia el VAR hace poco más de un mes. Los altavoces son potentes y, por eso, ustedes recordarán aquella jugada de manera muy nítida. En cambio, les costará más encontrar en su memoria el flagrante agarrón sobre Jaime Mata en el Athletic-Getafe, por ejemplo.

No consta si Carvajal en aquella ocasión oyó desde 25 metros como Rulli rozaba el balón. Tampoco se conoce que Florentino haya llamado a Rubiales tras el Levante-Madrid para saber cómo funciona el VAR. Incluso Butragueño afirma ahora -después de preguntarse públicamente para qué sirve el VAR- que el Madrid no habla de los árbitros, y remata con un cínico “nunca lo hemos hecho”. Al director de relaciones institucionales del Madrid se le presupone informado también de la pataleta de la sección de baloncesto.

El Madrid, en cualquier caso, no es la excepción. Acostumbra a pasar que los equipos asumen los errores cuando la tabla de clasificación se ajusta a sus expectativas. En la abundancia, se tolera la equivocación. Otra cosa es cuando el nivel deportivo no permite alegrías. En ese caso, resulta muy tentador refugiarse en alguna conspiración. Hay quien incluso lo hace preventivamente, como cuando en su día Simeone denunció que la liga estaba peligrosamente preparada para el Madrid. Esa liga, por cierto, la ganó el Barça. Hace un par de temporadas, fue Piqué quien lideró las quejas azulgranas.

El penalti pitado contra el Levante vuelve a dejar en evidencia que alguna cosa falla en el VAR. Que la justicia, cuando tiene un criterio variable, pone en duda al sistema. Pero no sufran, que esta vez Velasco Carballo no tendrá que convocar una rueda de prensa para explicarse.