La clave
Ciudadanos y la 'vetocracia'
'No' al PSOE, Podemos, ERC, PDECat, PNV... Si cundiese el ejemplo naranja, a España no la gobernaría ni la madre que la alumbró
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
Tanto esta interrupta legislatura como la anterior, nonata, han envejecido sobremanera a las fuerzas de la autodenominada “nueva política”. Podemos se desangra víctima de sus inalcanzables promesas celestiales y sus mundanales refriegas internas. Y Ciudadanos opera más como un fondo de inversión, pendiente de los vaivenes del mercado para optimizar su capital político, que como un partido con sólidos principios y voluntad de transformar la sociedad.
Si algo no se le puede discutir a Albert Rivera es su olfato político. No en vano es el líder más longevo de cuantos aspiran a ocupar la Moncloa, con casi 13 años al frente de Ciutadans/Ciudadanos. Ante el desmoronamiento del sistema bipartidista y la emergencia de Podemos, Rivera sacó lustre a Cs como marca liberal, centrista y regeneracionista. Una fuerza equidistante y potencial bisagra, teóricamente capaz de imponer otra forma de hacer política tanto al PP como al PSOE.
En el 2015, tras prometer en campaña que no sería muleta de Pedro Sánchez ni de Mariano Rajoy, en apenas seis meses Rivera selló con ambos sendos pactos de investidura. Fallido el primero, por el veto de Podemos; efímero el segundo, por el éxito de una moción de censura que cogió a líder de Cs a contrapié y lo escoró hacia la derecha, sesgo acentuado tras el pacto andaluz y la foto de Colón junto a Vox.
Acuciado por la estampida de exvotantes hacia Vox y el PP, Rivera ha solemnizado su repudio a todo pacto nacional con el PSOE, abrazando así la ‘vetocracia’ que tanto afeó a Pablo Iglesias y al Sánchez del ‘no es no’ a Rajoy. Son así legión las siglas con las que Cs se declara incompatible: PSOE, Podemos, PDECat, ERC, PNV, Bildu... Si cundiera el ejemplo naranja, a España no la gobernaría ni la madre que la alumbró.
O presidente, o nada
Pero sabe Ciudadanos que su promesa es vana, pues si el 28-A dan los números no podrá resistir las presiones empresariales para apuntalar a Sánchez. De ahí la mudanza a Madrid de Inés Arrimadas, futura ‘mujer fuerte’ de Cs en cualquier fórmula de Gobierno, con Rivera blindado al frente del partido. O presidente del Gobierno, o nada.
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