Dos miradas

En el Vaticano

La cumbre contra los abusos sexuales en la Iglesia debe significar la emisión de un mensaje de nula tolerancia en el futuro

El papa Francisco durante la audiencia semanal general este miercoles en el Vaticano

El papa Francisco durante la audiencia semanal general este miercoles en el Vaticano / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Estos días serán de vital importancia para la institución eclesial. La cumbre de casi 200 cardenales y prelados en el Aula Paolo VI del Vaticano para asumir la responsabilidad de la Iglesia en la indecente red de abusos sexuales, ocultación y encubrimiento a lo largo de años y años de silencio y vergüenza no solo debe funcionar como una catarsis, es decir, como una purificación al mirarse en el espejo de la propia conciencia, sino que debe significar la emisión de un mensaje definitivo sobre la nula tolerancia en el futuro y sobre la revisión explícita de un pasado oscuro, con asunción explícita de la culpa.

Es un momento histórico crítico para el papa Francisco. Con cartas al pueblo de Dios, con reflexiones y declaraciones concretas, con insólitas confesiones, ha abanderado la lucha contra esta losa, del mismo modo que también ha sido salpicado por sospechas fundadas sobre la laxitud de su conducta para con los criminales, tales como el australiano George Pell, que debía ser el responsable del saneamiento de las finanzas y era miembro del consejo de cardenales de máxima confianza de Bergoglio. No es ninguna novedad, en el trono de san Pedro, pero las disputas internas, el conflicto de poder y negocio, la paralizada reforma de la curia, la animadversión conservadora, tienen a Francisco atenazado. Y con poco margen de maniobra. Ya no valen, palabras de consuelo. El templo se ha convertido en una cueva infecta habitada por fariseos.