Análisis

La lista para el 28-A decidirá el ser o no ser del PDECat

La continuidad de los diputados pragmáticos es la clave de la batalla con Puigdemont

Puigdemont, en el coloquio de la Universidad de Groninga.

Puigdemont, en el coloquio de la Universidad de Groninga. / NJO DE HAAN

Joan Tapia

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CDC siempre fue un partido catalanista de centro, homologable con otros similares europeos. Algunos dirigentes eran secesionistas pero como aspiración lejana, no como programa. Artur Mas hizo a la antigua CDC, y al nuevo PDECat, independentistas. Por convicción (más de sus allegados David MadíFrancesc Homs, hijos de Jordi Pujol) y por cálculo político. Tras la pérdida del Govern en el 2003 (traumática para los convergentes) y el posterior fracaso del Estatut (que pactó mano a mano con José Luis Rodríguez Zapatero ninguneando al PSC y ERC), la radicalización le pareció la terapia adecuada para compensar los recortes inevitables que debió afrontar al recuperar la Generalitat.

Ahora el PDECat se enfrenta a un dilema. Volver a ser un partido de centro e independentista pero pactista, o desbordar a ERC en nacionalismo para apoderarse del electorado más radicalizado. Mas abrió ese camino en el 2012 y lo rubricó al colocar a Carles Puigdemont en la Generalitat tras ser vetado por la CUP tras las plebiscitarias del 2015. Y la batalla por ser más independentista que ERC fue una de las causas de la fallida DUI del 2017.

En las elecciones del 155 -y para salvar los muebles frente a ERC- el PDECat recurrió a Puigdemont, que puso sus condiciones. Él haría la lista, de JxCat, no del PDECat, con muchos independientes del nacionalismo radicalizado. Y la operación salió porque -aunque por detrás de Cs- JxCat ganó a ERC por 13.000 votos. Y desde entonces -sin grupo propio en el Parlament de Catalunya, pero sí en Madrid- el PDECat ha sido un partido con soberanía limitada. Su dirección quedó condicionada por las decisiones estratégicas que dictaba Puigdemont. La única excepción -no perdonada por Waterloo- fue cuando Marta Pascal y Carles Campuzano, el veterano parlamentario en Madrid, lograron votar la moción de censura de Pedro SánchezPuigdemont, partidario del cuanto peor mejor, no quería abrir la puerta a tentaciones pactistas. Y ahora al imponer -ayudado por el clima del juicio en el Supremo- el 'no' a los Presupuestos, se ha vengado.

Seguir existiendo

El PDECat hoy se enfrenta a su ser o no ser. Las municipales se podrían salvar con la candidatura de Joaquim Forn, pero las legislativas son otra cosa. El PDECat necesita una lista claramente suya para seguir existiendo. Puigdemont todavía no tiene la Crida a punto, pero con la amenaza pretende doblegar al PDECat e imponerle su lista. ¿Cómo? Poniendo al frente a uno de los políticos juzgados en Madrid, Josep Rull, (a lo que el PDECat no se puede oponer) y marginando de la lista a Campuzano y Jordi Xuclà.

¿El PDECat se mantendrá firme? ¿Puigdemont se volverá a imponer y liquidará a los parlamentarios pragmáticos? ¿David Bonvehí aceptará un mal pacto que deje las cosas indefinidas pero cada vez mejor para Puigdemont?

El resultado es importante para el PDECat. También para Catalunya, que se juega la pervivencia de un útil partido de centro o su sustitución por otro cuyo primer objetivo sería desbordar a ERC con un independentismo sin más ideología que el nacionalismo radical.