Al contrataque

Jorge Herralde y Anagrama

En el mundo editorial no importa quien sea el último en publicar un autor, importa quien haya sido el primero. En esto Jorge Herralde es el mejor

El editor Jorge Herralde, en el homenaje de este jueves.

El editor Jorge Herralde, en el homenaje de este jueves. / periodico

Milena Busquets

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La semana que viene la alcaldesa Ada Colau le entregará a Jorge Herralde, el editor de Anagrama, la Medalla de Oro al Mérito Cultural en el señorial -y a mi modo de ver algo deprimente, ese contraste atronador entre la formalidad del lugar y el modo despreocupado de vestirnos que tenemos en la actualidad- Saló de Cent del Ayuntamiento. El premio coincide con el inicio de las celebraciones por los 50 años de Anagrama, la mítica editorial Barcelonesa.

Al mismo tiempo, Xavi Ayen y Pau Subirós, los responsables del estupendo (y generosísimo) documental sobre Carmen Balcells, 'La cláusula Balcells', preparan un programa sobre Jorge. No me extraña, claro.

No hay ningún otro editor en España que haya tenido el olfato, el talento, la constancia, la inteligencia, el rigor y la suerte de Jorge Herralde. También tiene otra cosa que yo considero básica en un editor: glamur. Ese aire inexplicable, que no se puede ni fingir, ni aprender, ni comprar, que no depende ni del dinero ni de la belleza física, que acompaña a ciertos personajes, una manera de desenvolverse por el mundo, una cierta dignidad y un cierto misterio, una especie de magnetismo. Claudio López también lo tenía. De los vivos ya solo lo tiene Jorge Herralde, y sin embargo nunca he conocido a un gran editor que no fuese a la vez un seductor profesional.

Un seductor

Un editor debe ser un seductor ya que es el encargado de convencer no solo a los autores, sino también a los agentes, a los periodistas, a los editores extranjeros y sobre todo, a los lectores de que lean sus libros. ¡Libros! Lo que casi nadie quiere comprar, ni siquiera robar. Mi madre era muy despistada y se dejaba a menudo el coche abierto, que siempre estaba lleno de libros, pues bien, nunca nos faltó ni uno, solo los esnobs y los escritores sin modales roban libros, la gente normal no, esa es una de las tragedias del sector.

He oído decir muchas veces que la obra de un editor es su catálogo, que ahí está su legado, su testamento, su vida. Seguramente sea verdad, pero yo creo que un editor es también los autores que ha perdido. Para reconocer a un gran editor, pídanle la lista de los autores que ha perdido o que le han robado, no el catálogo. Cualquiera puede hacer un buen catálogo a golpe de talonario si tiene un mínimo de buen gusto y de cultura. Pero perder autores, eso solo les ocurre a los grandes, a los grandes de verdad, a los que descubren autores. En el mundo editorial no importa quien sea el último en publicar un autor, importa quien haya sido el primero. Así que si desean saber si alguien es un gran editor, no solo un buen editor, pregúntenle: “¿Y tú a qué autores has perdido?”.

En esto Jorge Herralde también es el mejor, claro.