El conflicto catalán

En medio de arenas movedizas

Todo se mueve de nuevo pero aún no sé hacia dónde. Sigo confiando en que alguien lo sepa y esté trabajando para llevarnos a todos

Núria Iceta

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Lo decía el otro día aquí Jordi Puntí. Vuelve la ansiedad. Una de las cosas que recuerdo mirar de reojo de pequeña aterrorizada ante la televisión eran aquellas películas de aventuras en las que alguien caía en medio de unas arenas movedizas. Aquello me producía una angustia tremenda. Cuanto más se movía la persona, más engullida por la tierra quedaba. Y así me parece que estamos ahora. Hemos estado estos meses medio tristes pero tirando adelante, cogiendo aire, aguantando la respiración, hasta que ha empezado el juicio, en un tiempo que se ha hecho 16 meses eterno. Quizá estábamos quietos, demasiado quietos.

Hace unos días que todo ha empezado a moverse de golpe. Desde el traslado de los presos a Madrid, el amago de mesa de negociación, la feroz reacción de la derecha, la falta de Presupuestos y perspectiva aquí y allí, el inicio del juicio y finalmente la convocatoria electoral nos han puesto de nuevo en un terreno resbaladizo. Cierro los ojos y nos veo en medio del barro. Me pesa la rotundidad de la sillería del Supremo, la rigidez de una estructura política que le cuesta tanto adaptarse a las demandas sociales, el paso y la pose marcial de la derecha más rancia que intenta colarse a codazos para recuperar el control del Gobierno español. A pesar del paso firme de la enésima demostración pacífica en la calle, 'president' Torra, no “volvemos a sonreír”.

Todo se mueve de nuevo pero aún no sé hacia dónde. Sigo confiando en que alguien lo sepa y esté trabajando para llevarnos a todos. Espero que los que ahora intentamos flotar cogidos de las manos lo sepamos hacer mejor. Porque somos más. Porque intentamos mantener la serenidad. Porque vislumbramos un futuro más allá de las delgadas ramas que nos sostienen en medio del barro. Porque queremos ir más lejos de los árboles caídos que nos aprisionan. Debemos coordinar más y mejor los movimientos para llegar a tierra firme. Y no estaría de más que llegaran refuerzos de gente que estuviera más fresca, que fuera capaz de tener una mirada larga y paciencia, de hablar sin gritar, de sumar y no restar, de moverse sin aspavientos, de encontrar nuevos caminos.